Strawberry Cake

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Siempre estoy de mal humor en las mañanas. Especialmente en mañanas como esta, donde me doy cuenta que me auto-saboteé al meter el bote vacío de leche al refrigerador, y que el café se había acabado.
No pude evitar suspirar por lo mucho que me frustraban esta clase de pequeñeces, pero, eran esa clase de pequeñeces las que pueden cambiar tu día para bien o para mal.
Aún somnolienta por la falta de cafeína, y después de arreglarme un poco, salí de mi departamento y troté hacia mi trabajo. Era el único ejercicio que podía hacer en el día, y que tenía que hacer sin falta. Todos los días probando dulces de acá para allá, dulces que yo misma horneaba, no podían ser totalmente buenos para mi cuerpo.
Llegué jadeando ligeramente. Un par de gotas de sudor se deslizaban por mi frente, haciendo que sintiera con más intensidad el aire frío que soplaba. Si no me apresuraba a entrar seguramente pescaría algún resfriado.
Después de invertir el cerrojo de la puerta con mis llaves, me encaminé a toda velocidad a la cocina, aún sin cambiar el letrero de "cerrado" a "abierto". Hay cosas que se tienen que hacer antes de ello.
Recogí mi cabello en una coleta y me levanté las mangas hasta los antebrazos.
Fui hasta el almacén y tomé los utensilios de limpieza. Para trabajar diligentemente se necesita limpiar diligentemente también.
Empecé limpiando los estantes y mesas de la cocina. Me aseguré de desinfectar bien aquellos muebles que suelen tener contacto con los comestibles.
También limpié el piso, y luego continué con los trastos.

—¡Ya llegué! Siento la tardanza, había un estancamiento en la avenida y no pude pasar ni con mi motoneta— Una voz hizo una intromisión. Era Hotaru, la única empleada que he contratado para ayudarme con la pastelería.

—No te preocupes, llegas Justo a tiempo— Respondí aún concentrada en la limpieza. —Ponte tu uniforme y limpia las vitrinas y mesas de afuera, por favor—

—¡Sí capitana!— Habló en su tono bromista de siempre. Era una chica muy agradable, más o menos de mi edad. Tenía un bello cabello negro y lacio, que en el trabajo, siempre recogía en una coleta alta.

Cuando ambas terminamos nuestra jornada de limpieza profunda al negocio, dieron Justo las 9am, lo que daba indicio que era hora de abrir.

—Cambia el letrero, iré a cambiarme en los vestidores de atrás— Le dije a Hotaru mientras regresaba todos los utensilios que usé a su correspondiente lugar.

—Por supuesto— Respondió con una sonrisa mientras la vi encaminarse a la entrada.

Lavé mi rostro y cabello sudorosos en las mini-regaderas que había en los vestidores. Trabajar en la cocina siempre implica estar impecable. No puedes arriesgar la salud de tus clientes por tu mala higiene, no señor.
Mientras mi cabello se secaba, me puse mi uniforme para la cocina. Solo era una linda camisa rosa con holanes que me llegaba hasta el antebrazo, un mandil grueso para evitar manchas, y mis pantalones negros ajustados para más comodidad.
En realidad muy rara vez salía de la cocina. Hotaru es quien atendía la tienda, mientras yo me dedico a hacer delicias que eventualmente Hotaru ofrecerá en el mostrador.

Hoy tenía un pedido de galletas marmoleadas para entregar a las 4pm, así que tenía que darme prisa si quería terminar a tiempo.

Habrán pasado unas dos o tres horas de nuestra apertura, estaba preparándome para meter las galletas al horno, cuando Hotaru aparece en la cocina con un rostro confundido.

—Humm... Jefa...— Dijo algo tímida.

—¿Qué sucede, Hotaru?—

—Hay un hombre afuera que quiere hacer un pedido especial...—

—Ajá...— Dije sin mirarla mientras colocaba las charolas de galletas dentro del horno.

—... De 6 pasteles de fresas y crema, grandes...—

Sweet Agony | Gojo SatoruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora