Adiós, amor.

9 1 0
                                    

—Me cambiaste. —Dije.— Me hiciste creer que todo sería perfecto contigo, que no había nada que temer y me dañaste. No tan sólo una vez, cientos de ellas. Mataste lo que yo era y... Y me violaste.

Ya no sentía dolor al decir eso, sólo rabia y una venganza enfermiza creciente en mi interior.

—Y aun así tienes el descaro de decir que todavía me amas.— Le asesté una patada en su abdomen. Escupió sangre.—Patético.

Gimoteó, no era ya capaz siquiera de intentar defenderse.

—Yo era la mujer que más te amaba. —Quité el seguro del arma.— Pero tú amabas a muchas más.

El sonido sordo de la bala atravesando su cráneo hizo un gran eco en aquella estancia vacía. Su cuerpo cayó como si de un muñeco de trapo se tratara. Su cabello; tan rubio que parecía plata se tinturó de diversas tonalidades rojas. Su pecho dejó de subir y bajar dentro de poco tiempo.

El piso se coloreó de forma armoniosa del rojo vivo de su sangre. De un rojo tan fuerte como el amor que le profesaba pero no más que la negrura de la venganza que habitaba ya en mi interior.

—Yo te... amaba. —la sangre manchó todo el piso de la habitación.—Una última bala para el último adiós de nuestro amor.

—Adiós, amor. 

La última balaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora