Harry vio por la ventana como la media luna resplandecía, con una taza de té en manos y la varita sobre la unión de la cabeza y la oreja. Pensó en la noche que había tenido con Severus, pero no recordaba más después de la octava copa, ¿o había sido la séptima? Sin importar eso, Harry sentía que algo había pasado. Estar con Severus desde pequeño le había demostrado que siempre debes rememorar los hechos, y con suerte los puedes volver a “escribir”. Pero no podía hacerlo, sentía que algo se le estaba yendo de las manos, pero no lograba saber que.
El té, que había estado sobre el marco de la ventana, ahora se encontraba frío, oscuro e imposible de tomar, aunque en su reciente amargura Harry lo tomó. Viró los ojos al sentir la azúcar agregada en el fondo de la taza, con el repiquetear de sus manos. Se levantó de la silla y fue hasta la cocina, lavo la taza y emprendió camino a su habitación, donde Morfeo se lo llevó tan pronto su cabeza tocó la almohada.
Harry estaba teniendo otro sueño, aunque la cara de la otra persona seguía sin poder ser vista, el sueño continuaba. Largos dedos, fríos y expertos lo tomaban entre sus brazos al sentir un líquido escurrir por su mejilla, todo se volvía negro, y aquellas manos ya no estaban dándole calor. Sentía un toque un poco más tibio, aunque suave y rasposo, en su mejilla. Olía a menta y hierro, pero sus ojos no se abrían para descubrir quién era.
Harry despertó con el cantar de los pájaros, un cielo sin nubes y un cálido sol que le daba la bienvenida. Le resto importancia a la falta de calor que sintió cuando abrió los ojos, tratando de despertar completamente para comenzar a trabajar.
“Trabajar”, Harry sintió un calorcito en el pecho, después de poco tiempo, al fin iba a empezar a trabajar en algo fijo. El café y las tostadas fueron devoradas con rapidez al ver que tenía media hora para llegar a tiempo, aparte de lo que le tomaría conseguir que su firma mágica quedará grabada en el hospital como un empleado más. Se vistió con rapidez y llegó hasta su chimenea, agarró un puñado de polvos flu y con la dirección bien dicha, llegó al hospital.
— Supongo que eres el nuevo, ¿no?
Harry movió la cabeza con rapidez hacia la derecha, reconociendo a una medibruja que había estado en la recepción cuando hace un tiempo había venido con Dalia.
— Eh, si. Harry Potter, señora.
Harry habló con un tono medio nervioso, la alegría de estar por fin en el hospital embargandolo.
— Pues vamos, hay que darte tu bata y tienes que entrar con el doctor Ryddle, hoy se encuentra aquí. Aun no es completamente seguro quién te enseñara, pero no lo pienses mucho.
Harry asintió varias veces con la cabeza, aunque seguramente la mujer no lo vería, y la siguió camino a el guardarropa, donde había muchas batas blancas, pero resaltaban otra de colores pastel y, aunque parezca raro, otras de color bordo.
Mientras la medibruja le daba una de las batas azul pastel, Harry recordaba el picnic que había tenido con Severus.
→ Flashback ←
Harry y Severus habían ido hasta la parte muggle de Londres para hacer su pequeño picnic, donde de los árboles no salían pequeñas hadas o entre la oscuridad se escondiera algún otro animal.
Harry, por querer llevarle la contra a Severus, llevo un pantalón corto, tenis y una playera de manga corta a juego. El clima era fresco, dejando la piel de gallina a los que estuvieran desabrigados, Severus se apiadó un poco de Harry y le dió su campera, la cual tenía un hechizo calentador por las dudas.
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Ni me gustabas tanto
RandomHarry y Draco son pareja desde Hogwarts, ahora ambos viven juntos y parecen felices, ¿qué puede salir mal?