Introducción.

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El tiempo pasa, la gente cambia.

Tres meses han pasado desde que Lucy diera comienzo a su vida normal; asistía a la escuela y todas las tardes se quedaba en casa haciendo los deberes o siguiendo con su vida de otaku.

Cuando sus padres llegaron y se enteraron de que no había asistido a la escuela durante una semana, la castigaron de por vida sin dejarla salir por las tardes.

Desde ahora sería una persona responsable. O eso era lo que ella creía.

—Eres como una rata de biblioteca—le comentó su mejor amigo después de varios segundos de silencio; ella le miró mal y siguió su camino.

—Soy una rata de biblioteca. Mira mi nuevo estilo, soy tan cool—le respondió con una sonrisa ajustando sus lentes que ahora la hacían ver genial, según ella.

Yuta dio un largo suspiro y continuó su largo camino hacia la escuela, cuando el se dio cuenta de que ellos ya se habían ido entró en depresión al igual que Lucy, sobre todo porque no logró besar al amor de su vida: Hinata.

—Te odio.

—Yo también me odio—le respondió ella fríamente mientras bajaba la mirada, desde que todos se habían ido, Lucy cambió bastante, tanto como física y mentalmente.

¿Física? Creció 3 cm. ¿Mental? Bueno, supongo que mentalmente sigue igual.

Continuaron caminando hasta llegar a la escuela, o colegio como le llamaba ella ahora; también se volvió muy educada. Ambos entraron a sus respectivas aulas, Yuta en la 1 y ella en la 3. Por cierto, también los cambiaron a diferentes aulas, tenerlos juntos era un problema.

Lucy se sentó en su respectivo lugar, saco sus audífonos y comenzó a escuchar una de esas bandas americanas que tanto le gustaban, poco a poco el salón comenzó a llenarse y la maestra entró indicando que todos tomarán asiento.

—¡Comenzaremos con Historia!—gritó, los alumnos sacaron sus libretas e inmediatamente pusieron atención, a excepción de cierta persona.

—Señorita Stone, si no le interesa mi clase puede retirarse.

Inmediatamente se quitó los audífonos y miró a la maestra, se levantó de su lugar, recogió su mochila y salió del aula son decir ninguna palabra.

Y yo que pensé que sería responsable, eso de la responsabilidad no es lo mío, tenemos odio a primera vista, pensó mientras volvía a colocarse los audífonos y salía al patio trasero de la escuela.

—Soy una tonta, de seguro si voy a un concurso me descalifican por ser profesional.

Llegó a una banca apartada del edificio y se sentó, abrió su mochila y saco su manga para dedicarse a continuar donde lo había dejado anteriormente.

—Esto no tiene sentido. Nada tiene sentido desde que terminó Naruto, por cierto, ¿qué será de ellos?

Cerró su manga y corrió al baño más cercano, se encerró en un cubículo y sacó el pergamino que le habían entregado antes de partir.

—¿Y si lo abro y me voy a Konoha? Ya no tendré que hacer mi examen de química y sobre todo mis problemas se irán—miró dudosa el pergamino sobre abrirlo o no, pasaron cinco minutos y aún seguía encerrada mirándolo como si fuera a hablarle de un momento a otro.

Unas vacaciones a Konoha nos vendrían bien, hablo su subconsciente.

Claro que no... ¿o si?, le respondió.

¡Claro que si idiota! Ahora abre el maldito pergamino y vete al país de las maravillas, o sea Konoha, le recomendó.

Salió de su pequeña pelea con su subconsciente y siguió mirando el pergamino; se colocó la mochila en los hombros y comenzó a abrirlo lentamente.

—Esto es mala idea—se arrepintió después de varios segundos y volvió a cerrar el objeto—. No quiero hacerlo yo, ellos también dijeron que me llamarían.

Y como si la hubieran escuchado, el pergamino se torno de un color dorado y empezó a iluminarse, el objeto comenzó a flotar por los aires para después provocar un fuerte estruendo haciendo que Lucy perdiera el equilibrio y cayera al suelo.

El suelo comenzó a partirse provocando que ella cayera hacia abajo en un enorme agujero negro, cerró los ojos y espero el impacto.

(...)

—¿Qué diablos?

Abrió los ojos lentamente, la iluminación del lugar hizo que los volviera a cerrar y los apretara fuertemente. Se levantó con dificultad y los abrió de nuevo, encontrándose con lo que menos esperaba.

—Bienvenida, Lucy.

La aventura comienza de nuevo.




    

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