Capítulo 18: Encadenada

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Me desperté a medianoche. Desde donde estábamos tumbados podía ver el cielo lleno de estrellas. Me quedé un rato mirando las estrellas cuando recordé que no estaba sola en la pradera. Tumbado sobre mi estómago estaba Alexei. Tenía los dulces labios entreabiertos.

Me moví un poco y Alexei gruño y se acomodó mejor sobre mi estómago. Se colocó de lado y apoyó una mano en la parte alta de mi barriga.

Sonreí para mí misma y pasé el dedo pulgar por sus labios. Me moría por besarlos de nuevo.

Como ya era muy tarde decidí despertarle, a pesar de que yo también me quería quedar allí un poco más. Era la primera vez desde que conocí a Lex que tenía algo de paz. Me sentía segura y cómoda con Alexei. Sabía que ahora ese era mi sitio y no echaba de menos el estar con Lex.

-Alexei.- le llamé, sacudiéndole suavemente el brazo.- Despierta, tenemos que irnos.

Él abrió un ojo perezosamente.

-¿Qué?- dijo adormilado.

-Qué tenemos que irnos. Ya es muy de noche y los demás se van a preocupar.

Alexei gruño una maldición en voz baja y se levantó. Se limpió las hierbas de la ropa y me ofreció una mano para ayudarme a levantarme.

Yo se la cogí y el vampiro tiró de mí.

Volvimos al coche y enfilamos la carretera hacía casa.

Cuando llegamos, encontramos a Alistair hablando por teléfono.

-Pórtate bien. Adiós.- decía.

Cuando colgó y se giró, pareció sorprendido.

-Keila, Alexei, ¿dónde habéis estado?

-Nos fuimos a la ciudad, después a cazar y nos entretuvimos un buen rato.- explicó Alexei.

-De acuerdo. Subid a decírselo a Aileen, ha estado todo el día preocupada por vosotros.

-Sube tú, yo voy a aparcar el coche.- le dije al vampiro.

-No tardes.- me susurró. Me dio un beso en la frente y desapareció tras la puerta de la mansión.

Me metí en mi nuevo descapotable y lo dirigí hacía el garaje. Cogí las bolsas de ropa que habíamos comprado en la ciudad y subí a mi habitación. Encontré a Alexei tumbado en mi cama leyendo un libro que había encontrado en mi mesilla. La noche anterior había estado leyendo Flores de Sombra, de Sofía Rehi.

-No te va a gustar.- comenté. Dejé el móvil y las gafas de sol encima de la mesilla y rebusqué entre las bolsas algo para ponerme.

Me metí en la ducha y relajé los músculos bajo el agua caliente. A los diez minutos salí, me vestí y entré en la habitación.

-No sé cómo puedes leer este tipo de libros, es tan pesado. ¿No te gustaría más la novela policiaca?- me preguntó.

-No.

Le quité el libro de las manos y me tumbé a su lado.

-Buenas noches.-le dije.

Apoyé la cabeza en su pecho y besé bajo su mandíbula. Le sentí apretar los brazos a mí alrededor, intentando controlar el deseo que sentía. Podía ver como una especie de voluta de aire rojo pasión emanaba de su cuerpo. Entonces me di cuenta de que estábamos solos, en la cama y no había nada ni nadie que nos molestase.

Me revolví un poco para poder mirarle y cuando hice ademán de volver a besar bajo su mandíbula, él bajó la cabeza y me besó. Le devolví el beso y me senté a horcajadas sobre él. Alexei me puso las manos en las caderas y me sacó la camiseta. Me besó el cuello, el pecho y el estómago. Me moví sobre el vampiro para poder quitar la camisa de debajo de mis piernas. Alexei gimió cuando me moví sobre él. Cuando le volví a besar, tiré con los dientes de su labio inferior.

Vida eternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora