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E inició los finales de junio, cuando la presión en la universidad era más grande y cargaba con más estrés del normal.

Ya había reiniciado mi rutina de ir cada vez que podía al lugar de los chicos, o sea, siempre, y dejé de evitar el baño, porque con tantas horas era inevitable.

El baño.

El chico de las estrellas.

Ya iban dos meses que lo vi, a mediados de la primavera, por abril, y a ese punto había perdido la cuenta de las veces que lo encontré recargado en el marco de su ventana.

Yo no lo evadía e iba siempre que mi vejiga lo pedía, y siempre lo encontraba ahí, desde la ventana con la cortina blanca abierta, que daba la impresión de ser un cuadro, sobre todo ese día culminante de junio.

El chico de las estrellas caminaba de un lado al otro frente a la ventana y por mera curiosidad de su acto me quedé a observarle.

Cargaba un traje de gabardina negro, con corbata negra y una rosa blanca en el bolsillo del pectoral izquierdo del saco. Se había teñido el cabello de rojo oscuro y lo había peinado en una coma.

Drásticamente se detuvo justo en el centro de la ventana, de brazos cruzados y con la cara de lado, siendo visible solo su perfil izquierdo, con una expresión neutral, imperturbable.

Ay, Romeo, tus palabras no son lo suficiente para describir tal belleza.

Deseé tener una cámara y tomarle una foto para guardar siempre esa imagen.

Él nunca se percató de mí, se notaba tan distraído.

El chico de las estrellas #1 [soonhoon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora