Me estiré totalmente, alzando mis brazos, agarrando mis muñecas y poniéndome de puntillas. Había dormido fatal y esperaba que la gran taza de café que me había tomado antes de venir surtiera su efecto pronto y que fuera suficiente para afrontar todas las clases y el entrenamiento.
Todo el cuerpo me dolía, sobre todo el lado derecho. Un dolor que me tragaba bien adentro cada vez que hacía movimientos imprevistos e inapropiados. Porque no iba a dejar que nadie se percatara de que me sentía realmente mal.
Nunca le había importado a nadie y ahora no quería su preocupación.
Si mis aficiones secretas no acaban conmigo, esta maldita ambición al volleyball sería la que me mataría.
Jugar movida por el odio era el peor combustible que le podían dar a una persona y yo lo había experimentado demasiadas veces. Todas muy desagradables. Pero para mi odio, cumplir con su cometido era mucho más importante que mi salud. Total, había estado mal desde siempre, ¿qué importa que empeore?
»Realmente ya no me importa nada.
—¡Miya-san! —se escuchó desde el interior del patio de la escuela.
Levanté la mirada, dejando a un lado todos mis pensamientos negativos, para ver a la chica que me había llamado. Venía corriendo hacia mí, con una sonrisa tan radiante que parecía algo único de ella. Sus mejillas sonrojadas se remarcaron con la amplitud de su sonrisa y fue más fácil verlo ya que su pelo castaño, el cual le llegaba a los hombros, era empujado hacia atrás por el aire.
—Buenos días, Miya-san —volvió a hablar una vez se detuvo delante de mí con la respiración exhausta pero sin perder la sonrisa.
—Buenos días —le respondí sin entusiasmo al mismo tiempo que le bajaba el volumen a la música y la rodeaba para seguir andando si no quería que los gemelos me alcanzaran.
—¿Te importa si te acompaño?
La miré de reojo y simplemente me encogí de hombros, al fin y al cabo su presencia no era tan molesta aunque fuera una persona muy enérgica y alegre.
—¿Cómo te fue el entrenamiento ayer, Miya-san? —preguntó con curiosidad.
—Bien, nada nuevo.
—¿Es duro entrenar con los chicos? Digo, ¿no es lo mismo que los entrenamientos del equipo femenino, cierto?
—Son iguales, lo único que cambia es la diferencia de fuerza de los jugadores y ya.
—Has tenido mucha suerte, entrenar con un equipo como ese, que ha ganado mucho y ha llegado muy lejos en los torneos y campeonatos, debe ser todo un privilegio.
La miré un tanto extrañada. Se veía muy ilusionada por un tema tan aburrido como este.
Me volví a encoger de hombros para responder con total simpleza, —No es nada del otro mundo, es un simple equipo de preparatoria como cualquier otro.
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Strawberries & Cigarettes ━━Haikyuu!!
Fanfiction𝖤𝗅 𝗆𝗎𝗇𝖽𝗈 𝖾𝗌 𝗎𝗇𝖺 𝖿𝗂𝖾𝗌𝗍𝖺 𝖼𝗈𝗇𝗌𝗍𝖺𝗇𝗍𝖾. 𝖯𝖺𝗋𝖺 𝖠𝗍𝗌𝖺𝗆𝗎 𝗅𝖺 𝗆𝗎́𝗌𝗂𝖼𝖺 𝖼𝖺𝗅𝗆𝖺 𝗌𝗎 𝗈𝖽𝗂𝗈. 𝖯𝖺𝗋𝖺 𝖲𝗎𝗇𝖺 𝖾𝗅 𝖺𝗆𝖻𝗂𝖾𝗇𝗍𝖾 𝖽𝗂𝗌𝗂𝗉𝖺 𝗌𝗎𝗌 𝗉𝗋𝗈𝖻𝗅𝖾𝗆𝖺𝗌. 𝖤𝗅𝗅𝖺 𝗌𝗈𝗅𝗈 𝖻𝗎𝗌𝖼𝖺 𝗎𝗇𝖺 𝗏𝗂́...