6. The Pretty Costumer.

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And it might be wonderful
It might be magical
It might be everything I've waited for,
A miracle
Oh, but even if I fall in love again
With someone new
It could never be the way I loved you

JAMES

Siete meses exactamente desde que ella se había ido. Lo había dejado solo y en la miseria. Se sentía vacío e incompleto. No se sentía vivo todavía, como si ella se hubiera llevado consigo el sentido de vivir.

Su hermana le cocinaba e incluso ya había conseguido un trabajo estable, con otro de turno por las noches en un bar en el centro. Ayudaba a su madre en todo y se había alejado de la vida de las calles.

El trabajo le distraía de todo y de todos. Su familia en esos momentos era lo único que le importaba, nadie más. Había tratado salir con dos chicas en los últimos meses pero no podía dejar de pensar en la inglesa.

Cada mañana al despertar pensaba en que sería de él si estuviera a su lado todavía. Ver sus mechones rubios y castaños por si ningún lado y sus cejas fruncidas por sus sueños. Quería volverla a sentir cerca de él, abrazarla y aspirar el olor a lavanda de su blanquecina y suave piel.

Escuchar ese acento que tanto le encantaba y esa voz tan angelical que tiene.

— Son las siete ya. — su hermana se puso frente a él con los brazos cruzados. Él solo suspiro y se levanto del sillón rápidamente. — Ya le avise a mamá que ambos llegaremos tarde.

— Esta bien. — murmuró mientras se colocaba la playera del bar que su hermana ya había lavado. La chica se había deshecho de la camisa que usaba en el salón de belleza y ahora llevaba una playera parecida a la de él.

Los trabajos de meseros eran bien pagados en la playa y en el fin de semana las propinas llenaban sus bolsillos. Gente local y turistas llegaban a los bares y restaurantes en los que los hermanos Keithley trabajaban por las noches.

— Espero la nueva no me quite mis mesas otra vez. — tomo sus llaves y su chaqueta. — Te veo más tarde.

— Suerte

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— Suerte. — el mayor vio como Elizabeth salió de la casa y minutos después tomo su celular para salir también.

Vio la hora en su celular y marcaba exactamente las siete de la noche con diez minutos. Tenía todavía veinte minutos para llegar y se decidió en caminar hasta el trabajo, caminar le ayudaba a no pensar en ella ya.

— Estoy a pocos minutos de morir. — murmuro otro mesero haciendo que James dejara de limpiar la barra. — ¿Por que no llegan los demás meseros?

The Reality | CYL #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora