Ya era tarde. La pareja se desplazaba velozmente por la autopista bajo un cielo estrellado. Antes de entrar nuevamente en el centro de Brooklyn, Jonathan reservó una habitación por teléfono en un motel que ya conocía de antes (cálidas reminiscencias de aquellas noches de noviazgo junto a su actual esposa). Tras aparcar el coche en un patio cuadrangular ubicado dentro del complejo, la pareja se dirigió por las escaleras hacia el segundo piso, entre chanzas y risas de por medio. Las habitaciones estaban dispuestas una al lado de la otra, separadas por un tabique. Al parecer, la privacidad era dispensable en aquel remoto lugar.
Apenas ingresaron al oscuro y humedecido cuarto, Jonny dejó caer los bártulos contra el suelo y secó el sudor de su frente.
—¡Al fin una cama! —exclamó la modelo tirándose de espaldas en forma de cruz.
Al ver que su compañero hacía se disponía a salir de nuevo, alzó la cabeza para llamarlo.
—¡Oye! —gritó—. ¿No vienes a acostarte conmigo?
Jonathan giró su cuello para escrutarla sobre el hombro: una pierna cruzada sobre la rodilla, codos apoyados sobre el colchón, y un par de manos que masajeaban cada uno de los senos a través de la blusa. Esa formidable vista encendía el fuego de su pasión; pero se contuvo.
—Ya regreso. Voy a buscar unas bebidas a la máquina expendedora.
Sofía giró los ojos, y volvió a desplomar su cabeza contra el colchón, bufando de bronca.
A pesar de no tener mucho tiempo para tomar una decisión arriesgada que lo sacara de allí, Jonathan seguía luchando contra el ignominioso deseo que lo controlaba. Se trataba de ese deseo de escaparse junto a su compañera de aventuras, dejar la ciudad, el estado, el país... Pero una punzada como carámbano de hielo clavándose en su vientre lo hizo sobresaltar, y pensó que no podría vivir con la culpa de abandonar a su familia. Pero, ¿qué otra cosa podía hacer a estas alturas?
Se dirigió por los escalones hacia el cuarto rentado. Llamó a la puerta. Volvió a tocar; nadie respondió. Se las compuso para mover el picaporte sin soltar las dos latas de gaseosa que sudaban de frío sobre sus nudillos. Tras el primer pantallazo visual se dio cuenta que Sofía no estaba allí. Entre las sábanas revueltas encontró su ropa interior —un sostén talla 34, acompañado por una tanga «hilo dental»—. Todo estaba en silencio, y la dueña de esas prendas íntimas había desaparecido. Jonathan no pudo con su genio y envolvió en ellas su corazón henchido. Aún estaban tibias, húmedas... De pronto la puerta del baño al costado izquierdo de la cama se abrió y una radiante doncella apareció ante sus ojos, ante los mil ojos desorbitados de su sangre, luciendo un babydoll semitransparente de color rojo que cubría la desnudez de sus partes femeninas (el rojo era su color favorito).
—Eres un diablillo sin remedio, Jonny —ronroneó Sofía.
Empezó a caminar hacia la cama, un pie por delante del otro, sin despegar la mirada del rostro absorto de su compañero. En un abrir y cerrar de ojos, la ardiente modelo ya se había posicionado encima de él para quitarle la remera, para menearse contra el bulto ancho como un escudo, para besarle los robustos pectorales... No era más que un títere en sus manos. El cuerpo de Jonny gritaba palabras que su boca no podía expresar: su voz había sido acallada por los besos de la amante. Y como si hubiera leído su mente, tomó rápidamente lo que palpitaba erecto debajo de sus nalgas y lo introdujo dentro de ella para dar comienzo con el acto sexual. Cabalgó y se meneó en el mejor rodeo de su vida. El hombre —ahora convertido en un toro salvaje—, también sacudió sus caderas de manera incesante, penetrando como un taladro a esa cavidad humedecida, sin piedad. Los gemidos aumentaron su intensidad. En los momentos finales, el miembro viril se deslizó lentamente, profundamente, apretado, sofocado por las paredes vaginales que se contraían alrededor de él, hasta que por fin escupió su contenido lechoso mediante varias embestidas que se clavaron hasta el alma de la vaquera.
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Una experiencia inolvidable
Romance¿Hasta dónde serías capaz de soportar la tentación de cometer una infidelidad? Un hombre casado con hijos y una vida rutinaria y tediosa, intentará evadir la tentación de cometer un acto de infidelidad. Las cosas no serán tan fáciles cuando una desl...