Al verlo detrás de la puerta transparente de la cafetería me hace recordar cosas.
Hace algunos ayeres vi a alguien detrás de una puerta similar y en su momento no la pude atravesar, siempre temí no tener algo real en mi vida, bajo la presión y el escrutinio constante de una educación rígida, de una familia rígida y de una vida rígida, mis visiones se limitaban a sentir esa extraña sensación de no ser lo suficientemente bueno en nada, ni lo suficientemente malo en todo como para que los pequeños logros sean aclamados.
Cuando alguien se acercaba a mí, me daba miedo ser descubierto detrás de mi escudo de perfecta indiferencia ante las críticas, me aterraba que las pocas personas que me amaban se dieran cuenta de que no era sufriente ni para ellos ni para mí, o peor, que les engañaba, que lo que amaba o apreciaban de mí no era un verdadero yo, que era una versión reducida de mí mismo, una apta para amar o tolerar.
En su momento encontré alguien que amaba esta versión reducida de mí mismo, una mujer, amable y delicada, por salud propia me he obligado a olvidar su nombre, a olvidar su rostro, sus expresiones y gestos, en ella fue la primera vez que vi luz, tal vez fue la primera persona por la que pensé que valía la pena por todo lo que había pasado.
Fue la primera novia formal a la que al menos yo vi de forma formal, pasamos muchos momentos agradables.
Todo se derrumbó el día que se aferró a conocer a mi familia, después de dos años de salir juntos, le advertí que era una estupidez pero un día baje de mi habitación y su terquedad la había llevado a la sala de la casa familiar, se me helo el alma, paso lo que tenía que pasar, por más que ella fue amable, por más que ella lo intento tanto, mostro lo mejor de su ser, fue sobre pasada, rechazada y humillada por las personas que se hacían llamar mi familia, yo lo sabía, yo se lo advertí y sólo me quedo ver la masacre emocional como un espectador que ve un documental sobre depredadores, el espectador que sabe que el ciervo está muerto desde el momento en el que sale en pantalla.
A pesar de todo, a pensar del daño que recibió en muy poco tiempo, siempre fue educada, se despidió con su una débil voz, se levantó y camino hacia la puerta con la mucha o poca dignidad que le quedaba, sus pasos flaqueaban como los de una pequeña ave herida, sin vuelo, a la que no le queda otro recurso que caminar débilmente a algún refugio, salí detrás de ella, pero no a su lado, me mantuve unos pasos por detrás de ella, sólo podía ver su pequeña espalda, camino por cuadras hasta llegar a una cafetería de por la zona, pidió una mesa y se sentó a llorar.
Yo no tuve el valor para entrar, sólo me pude quedar afuera viendo la tempestad desde la lejanía, me dolió tanto, pero si entraba ¿qué bien podría hacer?, decir, ¿te lo advertir?, no debiste haber ido a la casa, te quiero, ¿lo siento?, si entraba sabría que la podría consolar, pero con que finalidad, el daño estaba hecho, lo mejor que podría hacer era alejarme y regresar al infierno al que pertenezco.
-¿Todo bien? Luces algo desorientado, ¿El frio te congelo el cerebro? ¿Vas a entrar te vas a quedar con la mirada perdida otro rato? - veo su mano moverse de un lado a otro frente a mi cara, recupero la conciencia, curioso lo que puede o no recordar uno de la nada, quito su mano del frente de mi cara, la tomo y una vez adentro de la cálida cafetería la suelto.
-uff ya era hora que entraras, tienes las manos heladas, ya pedí mesa, vamos.
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Astromelia
RomanceLa vida está llena de pruebas y decisiones. A veces se gana y a veces se pierde. Lo importante es arriesgarse e intentarlo ¿No? De eso va esta historia. De intentar, apostar a ganar y perder en el intento. Al final del día todos queremos ser felices.