Oh, My Master! Vol. II

CAPITULO 15 - LECCIÓN 12

Desde hace una semana que el señor Méndez llegó a San Diego. Sin embargo, no fue directo a su casa. Se quedó hospedado en un hotel.

Pensando que dirá cuando llegue a su casa. Solamente ha pasado dos meses de que se fue de su viaje de negocios.

Simplemente regresé porque me preocupa la formación académica de mi hijo.

El señor Méndez no podía imaginar que su hijo vendiera droga.

¿Tendrás algún motivo de tu comportamiento?...

Erick no dijo nada. En su mirada y mente mostraban preocupación. El mensaje que le envió Santiago le daba nauseas.

Posiblemente ese maldito búho le dijo que nunca fui a darle el dinero.

-Danny, no por ser descortés. Pero necesito hacer algo. ¿Podemos posponer el desayuno para otro día?- comentaba Erick.

Novelo accedió la propuesta de Erick.

-Pero antes de irte a ese lugar. Niega nuestro vínculo entre nosotros.- dijo Novelo.

En otro lado, el señor Méndez se retiraba del lugar donde estaba hospedado. Decidió que era momento de regresar.

Se encontraba en el lobby esperando al chofer encargado del hotel buscará el auto del señor Méndez.

Méndez marcó un número en su celular. Sonaba en espera. Nunca entró la llamada.

-Mejor llamaré a Sofia. - dijo Marcos.

Al igual la llamada de Sofia no entraba.

Esto ya es extraño. Bueno debe ser mi imaginación.

El chofer regresó con el auto de Marcos. De inmediato se subió y emprendió el viaje a su casa.

Sin previo aviso su celular estaba vibrando. No mostraba número. Es más, era de una línea privada.

No conozco ese número, no pienso contestar...

Al acercase a un semáforo, poco a poco frenaba. Al voltear la mirada hacia la izquierda observó al parecer la silueta de Erick.

¿Será Erick...?

Su mente regresó al escuchar los claxon de los autos detrás de él. No se percató que el semáforo cambio de color.

Estoy un poco distraído. Creo que son los nervios de volver. Debo comprar un regalo para Sofia.

Marcos se dirigió a la joyería que visitaba a menudo.

-¡Señor Méndez!, Un gusto que vuelva. – dijo el empleado.

-Buen día George, muéstreme su última adquisición.- dijo Novelo.

-Oh, ¿sorprenderá a su esposa?- comentaba George.

-Sí, estoy llegando de una conferencia.

George preguntó si su esposa contaba con un reloj. Marcos negó que ella usaba reloj.

Esa respuesta hizo que buscara la última joyería. Un reloj de oro. Con números romanos y diamantes incrustados en la circunferencia del reloj.

Mientras tanto, Erick se despidió de Novelo. Lo abrazó y le besó la mejilla.

Ten mucho cuidado... susurró Novelo en su oído.

El celular de Erick sonó. Annie le estaba llamando.

Hola... ¿podemos vernos en "Smootie"? Necesitamos hablar.

Al final Erick accedió verse con Annie.

Creo que es mejor terminar esto... pensaba.

"Doll" se acercaba a la casa de Erick. Tocó la puerta.

Idiota había un timbre... bueno, no acostumbro a los lugares refinados.

Sofia abrió la puerta. Se sorprendió de quien estaba en su puerta parada.

-Hey... disculpe.- arregló su voz para que sonara más "refinada"- Un gusto, soy una antigua compañera de Erick de la escuela.

-Oh, hola, pasa si gustas. Erick no se encuentra aquí.- comentaba Sofia.

-¡No está!, disculpe. Bueno, vengo a dejar esto. ¿Será amable de dárselo?- dijo Doll.

-Claro. No hay problema. ¿Quién lo envía? Para decírselo.- comentó Sofia.

-Él ya sabe quién soy.- dijo Doll.

Doll simplemente le sonrió a la Sofia. Cerró la puerta y analizó el paquete. Una caja. Muy simple. Sin decoración por ninguna parte.

Acaso será la supuesta novia de Erick.

La tentación de abrir la caja era enorme...

No, debo respetar la privacidad de Erick.

Subió a la habitación de su hijo para dejarlo, pero un sonido peculiar hizo que lo aventará hacia la cama para posteriormente bajar a la planta baja.

Sofia no se percató. La caja estaba en la orilla de la cama, el peso de la caja hizo que cayera al suelo. El impacto al caerse hizo que se rompiera algo.

-¿Hola?- dijo Marcos al abrir la puerta.

-¿Marcos?- Sofia no creía que su esposo estaba de regreso.

Ambos simplemente cruzaron miradas. Aunque el ambiente era pesado. No se sentía amor entre ellos... como la ciudad pensaba.