Conejito

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Kirishima amaba a su prometido. Era el ser más hermoso y bondadoso del planeta, era su persona favorita en todo el universo.

Izuku opinaba igual. Eijiro era sin duda alguna era el mejor hombre que pudo elegir para pasar sus días. Llevaban años de relación y aún lo despertaba con un beso y una bella sonrisa. Aún después de tantos años, en su aniversario de meses, le llevaba rosas rojas y le preparaba un gran desayuno.

Eijiro estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por su pareja. Izuku también.

Sin embargo al pequeño peliverde esa situación le parecía bastante embarazosa.

Si, solía usar disfraces y ese tipo de cosas, cuando el y su pareja querían pasar el rato, se disfrazaban y tomaban fotos. Luego veían películas y comían pizza en la cama.

Eijiro siempre era el que más ponía de su parte, eso era lo que el héroe Deku pensaba. Siempre quería alegrarlo y hacerlo feliz, a veces ni siquiera lo intentaba.

Sin embargo no estaba del todo seguro de sí el, vestido de esa manera así le haría feliz.

Nunca en su vida pensó usar una medias de red negras ni en sus más descabellados sueños. Usar tacones era más difícil de lo que parecía, no entendía como sus amigas podían ir a galas usándolos. Usar ese pequeño atuendo negro, el cual tenía una cola blanca y esponjosa en la parte trasera, junto con esos guantes largos de terciopelo del mismo color era bastante vergonzoso. Las orejas negras que posaban sobre sus verdoso y rizado cabello junto con ese antifaz sin duda lo hacían ver lindo, al menos eso pensaba el. Aunque la gargantilla que llevaba puesta se le hacía algo innecesario, debía admitir que quedaba bien con toda esa indiscreta vestimenta.

Sin duda algo que resaltaba aún más todo eso era que llevaba puesto unos aretes, aretes que su pareja le había regalado tiempo atrás, pensó que eso le gustaría así que se los puso también.

Ahora debía esperar que su prometido llegara de su misión, eso sería en al menos unos 15 minutos. Sabía eso por que siempre le avisaba cuando iba de camino a casa. Apago las luces y prendió las velas que estaban en la mesa del comedor, todo se veía bastante bien. Le agradecería a Bakugo más tarde por eso.

Se sentó sobre la mesa, claro cuidando no golpear ninguna vela, y espero diligentemente unos minutos más.

Una vez que oyó la puerta abrirse, su cara enrojeció por completo, estaba empezando a arrepentirse de eso.

Quería esconderse a toda costa. Pero ya era muy tarde para eso. Así que solo se enderezó y puso sus manos en la mesa para poder recargarse.

—¡Amor estoy en casa! ¿Por qué todas las luces están apagada...

No pudo ni siquiera terminar la frase que estaba por salir de sus labios cuando vio a su prometido en ese estado.

Se veía tan hermoso, el aura de inocencia que transmitía acompañado de ese cuerpo tan sexy y bronceado lo había dejado boquiabierto.

—¿Es mi cumpleaños?

Pregunto aun incrédulo acercándose con cuidado hacia el peliverde.

—No es tu cumpleaños.

Dijo de manera firme y bajo mientras cruzaba su otra pierna y la balanceaba ligeramente. Ni siquiera sabía cómo o cuando sus nervios habían disminuido. Tal vez ver la cara de su querido pelirrojo al verlo logró eso.

—¿Entonces porque estas vestido así?

El pelirrojo coloco sus manos en la cintura del más bajo, se detuvo a mirar por completo como estaba vestido. ¿Cómo diablos podía alguien verse tan bello?

One-shots BNHA SHIPSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora