Prólogo

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Tras todo el sufrimiento de los meses pasados, tras todo el sufrimiento durante la batalla contra Galaxia, se suponía que ahora debía de venir la felicidad y todo el mundo parecía feliz a su alrededor.

Serena estaba parada en esa azotea, con una sonrisa en su rostro, pero con el corazón sangrando. Pero ella debía dejarlo marchar, debía dejar ir a su mejor amigo. A su mejor amiga, su protectora.

Fingió no entender las palabras de Seiya, y fingió que no le importaba ver como Sailor Star Fighter desaparecía en el horizonte del cielo, pero su corazón y su mente no podían fingir tanto como su inocente mirada.

Muchas gracias, Seiya.

Su pensamiento, siguió la estela de las cuatro estrellas fugaces. Pero nadie se dio cuenta. Poco a poco todos se fueron de la azotea, y Darien le pidió pasar tiempo a solas.

Ella aceptó encantada, aunque le dolía el pecho por la marcha de su amiga. Amaba a Darien, pero aún caminando a su lado, frunció su bonita frente. ¿Amaba a Darien? Se sentía feliz a su lado, y claro que le quería, pero a pesar de saltar a sus brazos cuando lo volvió a ver, fue más el alivio de saber que estaba bien, que el amor, lo que la hizo dar ese paso desesperado.

La conversación bajo la luna, le pareció vacía e insulsa. Simplemente una ratificación del futuro que le esperaba y sentía como su corazón sangraba. ¿Pero que podía hacer?

Los días pasaron, y la calma se volvió un bálsamo para todas las heridas físicas, pero no para las heridas del corazón.

Serena regresó al lado de Darien, quedaban y tenían citas, pero ella estaba incómoda. Él estaba ausente con sus libros, le prometió no irse de nuevo. Pero había algo entre ellos, que parecía marcar una distancia.

Pasaron tres meses, y la rutina se había establecido. Darien decidió hablar con Serena y le dijo que retomaría sus estudios en EEUU, se iría al día siguiente.

Y Serena sintió como su corazón se rompía en pedazos, ni siquiera la había tenido en cuenta. Ni siquiera le había pedido su opinión. Después de todo lo que había hecho por él, por todos... ¿No se merecía al menos una pregunta?

- ¿Estás seguro? - preguntó Serena, su mirada era triste, pero oculta bajo su flequillo paso desapercibida por Darien.

- Sí, es lo mejor - dijo Darien contento, ignorando la turbulencia de sentimientos que sufría su novia. - ¿Vendrás a despedirme?

- Iré. Pero ahora debo irme, Darien. Te veo mañana - dijo Serena, levantándose y alejándose de su prometido.

¡Prometió no irse de nuevo! gritó en su mente, mientras caminaba a casa. Las lágrimas comenzaron a caer antes de que ella se diera cuenta. Sin darse cuenta acabó en la azotea de la escuela, y cayó de rodillas. Mientras las lágrimas no paraban de llorar.

- Parece que no solo incumplirá su promesa de no irse - dijo Serena mirando al cielo - Seiya, ¿Tú no me dejarías sola? ¿verdad?

Se sentía estúpida por estar pensando en su amigo nuevamente, pero no podía evitarlo. Esta vez no le tendría aquí para hacerla rabiar. No le tendría aquí, para hacerla reír. Estaría sola de verdad.

Ya había anochecido, cuando Serena se calmó y bajo de la azotea para volver a casa. No ceno al llegar, y solo le pidió a su mamá que la despertara pronto para ir a despedir a Darien. Su madre la miro preocupada, y abrazó a su pequeña.

When u're Gone.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora