Primer Día

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Nos conocimos una semana después del comienzo de clases, ambos estábamos ya en el último año de secundaria y el recién había llegado a la ciudad, un amigo de su clase nos presentó ese día.
Nadie lo creería si no lo digera, pero aquel día el brillaba, el brillaba tanto, su sonrisa iluminaba todo, era tan alegre que podía hacer felices a otros solo sonriendoles, de verdad era así.

Luego de la última clase, nos habíamos reunido para jugar un partido de fútbol y vimos a Krist acercarse con otro chico a su lado, yo no había prestado mucha atención después de eso, solo seguí atando los cordones de mis zapatillas mientras los escuchaba.

—Chicos el es mi primo, acaba de mudarse a la ciudad.

—Hola chicos —lo escuché presentarse—. Soy Win.

—¿Dejan que se nos una para el partido? —preguntó entonces Krist.

—Llegaste justo a tiempo Win nos falta uno —dijo otro de mis amigos—. ¿Has jugado antes? —preguntó.

—Si, solía hacerlo —respondido el alegre.

—Genial, soy Tay y mira este chico de aquí es nuestro capitán —agregó apoyándose sobre mi—. Y es muy exigente, su nombre es Bright uno de los mejores jugadores que tenemos te lo aseguró.

—Deja de decir estupideces Tay y mejor juguemos ya —dije sacandolo de encima.

Me puse de pie, y ese chico estaba parado frente a mi, en ese momento de verdad no entendía porqué, pero cuando lo mire a los ojos no pude dejar de hacerlo, fue aún peor cuando me sonrió y me dijo simplemente hola, su sonrisa era encantadora, el era de esos chicos que eran tan tiernos que te hacía querer protegerlo.

—Soy Win —dijo sonriendo nuevamente.

—Brig.... Bright —respondí nervioso.

—¿Puedo jugar?

—Si, si.

No pude pronunciar nada bien, me había puesto muy nervioso, sin saber porqué.

El partido fue absolutamente acaparado por el, era un chico sumamente energético y se adaptó tan rápido a todos que no dudaba en bromear con cada uno, su alegría era contagiosa, no podías molestarte con el aunque quisieras porque era demasiado bueno y tierno para eso, solo podías sonreír con el, al menos yo, era eso lo único que podía hacer.

Después de que terminamos de jugar el fue a comprar bebidas para todos y cuando llego nos entrego una a cada uno.

—¡Gracias primo! —exclamó krist.

—No fue nada.

—Pero, ¿y la tuya? —preguntó.

—Olvide comprar una para mi —respondió el riendo.

—Toma —dije entonces.

—¿¡Que... pero que!? —exclamó sorprendido.

—Oye Bright, ¿desde cuando compartes? —Tay se burló de mi mientras todos me miraban sorprendidos.

Porque eso era algo cierto, ni siquiera me había dado cuenta de lo que estaba haciendo hasta que el bromeó conmigo por eso, pero en ese momento ya no podía dar vuelta atrás, así que agarre su mano intentando que la mía no temblará y puse la botella en ella.

—Toma, tengo que irme de todas formas —afirme y comencé a alejarme, mi corazón estába acelerado y mi cabeza daba vueltas, de verdad en ese momento no tenía ni la menor idea de porqué actuaba de esa forma.

Por mil nochesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora