Mientras tanto, en la habitación el doctor seguía completando el expediente de Mario.
—¿Experimentas algún tipo de dolor físico?
—La verdad es que no. Aunque sí siento como si necesitara coger aliento más a menudo. La sensación típica que se tiene cuando haces deporte y parece que te falta el aire y se necesita hinchar los pulmones... pues igual pero sin hacer deporte.
—Entiendo —decía el doctor mientras lo escribía en el expediente—. ¿Recuerdas algo de cuando te quedaste embobado en clase?
El doctor notó que a Mario no le sentó bien la pregunta, de lo que dedujo que la palabra «embobar» no era de su agrado o le molestaba por los recuerdos que le traía.
—Perdona, no quería decir embobado, sino... en estado ausente.
—Eso es más apropiado, porque no me quedo como si fuera un tonto precisamente.
—Disculpa —y tras unos segundos insistió—. ¿Qué recuerdas de ese momento?
Mario parecía dubitativo:
—No estoy seguro la verdad. Todo fue muy rápido, como cuando duermes por la noche y te despiertas con la sensación de que has soñado algo pero no recuerdas muy bien el qué y las horas de la noche pasan muy rápidas. Sí, eso es, soñé que mis compañeros de clase se metían conmigo pero yo no podía moverme ni hacer nada. Era preso del sueño —explicó empezando a sentir un temblor sobre al comisura de los labios saltándosele las lágrimas.
—¿Qué soñaste que hacían?
—Se metían conmigo, me lanzaban bolas de papel y me daban capirotazos en las orejas con los dedos para que me picara. Otros me pasaban la mano por delante de mi cara y yo intentaba impedir todo eso pero no podía moverme. Era motivo de mofa de todos. Incluso soñé que la profesora se reía de todo aquello —sus ojos no aguantaron más lágrimas y se desbordaron recorriendo sus mejillas.
—Tranquilo hijo —dijo su madre consolándole mientras lo abrazaba frente a los lloros que había contagiado a su hermana.
—Mario, siento tener que seguir con las preguntas pero debo hacerlo para saber qué es lo que te ocurre.
—Sé fuerte hijo, saldremos de esta —le dijo Lady acariciándole la cara con ambas manos, a lo que Mario asintió.
—Bien. Durante ese sueño, ¿podías dirigir tu mirada libremente?
—No, no podía moverme en absoluto. Estaba paralizado por completo. Ni siquiera podía cerrar la boca o tragar saliva.
—Doctor, ¿podemos hablar un segundo? —preguntó la hermana ante la sorpresa de todos—. Es sobre el vídeo que colgaron en YouTube.
—Sí, vamos —respondió cediéndola el paso para salir al pasillo.
—¿Lo del vídeo era verdad?, creía que lo había soñado también —dijo Mario mientras se alejaban.
Ya en el pasillo:
—No sé si se lo han dicho los agentes, pero subieron un vídeo a YouTube con lo que sucedió en la clase. Por lo que está diciendo mi hermano, lo que él ha soñado es muy parecido a lo que le hicieron, o sea que no parece que lo soñara. ¿Puede ser que lo hayan drogado o algo parecido?
—Lo veremos cuando lleguen los análisis de sangre. ¿Puedes enseñarme el vídeo? Sí me hablaron de ello los agentes pero no lo he visto, no le di importancia en ese momento.
Marián sacó el móvil, buscó el vídeo y se lo mostró. A medida que veía a sus compañeros hacer una acción concreta la preguntaba su nombre. No conocía todos pero sí los suficientes de los que tomó nota para que pudiera confirmar sus sospechas. Al terminar entraron para continuar:
—Has dicho antes que en tu sueño te tiraban bolas de papel, te hacían capirotazos y te pasaban la mano por delante de tu cara. ¿Recuerdas quiénes de tus compañeros hacían eso concretamente?
—No. Sólo sé que eran los de mi clase. Es como ocurre en los sueños muchas veces, que estás con personas y sabes quiénes son pero no reconoces las caras. Yo sé que en el sueño estaba mi clase pero no sé qué hacía cada uno. Sólo la profesora que, aunque tampoco recuerdo su rostro sé que era ella por la posición que ocupaba en el aula.
—¿Qué hacía tu profesora en el sueño?
—Se reía. No trataba de impedir que se burlaran de mí. Se notaba que se divertía.
—¿No la recuerdas mofándose también de ti de forma más activa?, ¿no te tiraba bolas de papel ni nada por el estilo?
—No, sólo miraba lo que me hacían los demás.
—Y, ¿qué hay de cuando estabas en la habitación con tu hermana?
—¿Recuerdas cuando intentamos despertarte? —intervino su madre.
Mario les miró algo sorprendido unos momentos hasta que respondió:
—No soñé nada de eso. Lo que sí es cierto es que más o menos recuerdo que me traían al hospital en ambulancia. Incluso os escuchaba hablar. No, eso no fue un sueño sino que estaba traspuesto. Como cuando te quedas medio dormido viendo la televisión.
—El sueño de la clase tampoco lo fue. Ocurrió de verdad —dijo el doctor ante el asombro de Mario—. Así me lo ha confirmado tu hermana, y el director del colegio a descrito la misma escena a los agentes de policía. Por algún motivo parece que te quedas medio consciente sin poder reaccionar. Como bien has dicho como si estuvieras traspuesto o medio dormido.
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©Dr. Daniel Arnaiz Boluda, 2021. Todos los derechos reservados.
ISBN: 979-8709798533
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COVI-Z
HororNueva parte todos los martes. Una epidemia de proporciones épicas se avecina. Todo comienza con un adolescente, Mario, a quien se le considera el paciente cero cuando se descubre la existencia del virus. El apocalipsis zombi parece inevitable. Pero...