Jour treize [1/2]

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Las citas no habían mejorado mucho, y eso era quedarse corto.

En pocas palabras, definitivamente no podría ver a ninguno de los "candidatos", como los llamaban sus padres, como futuro esposo o esposa.

Incluso si lo había intentado día a día y con todas sus fuerzas, sencillamente no podía verlos de otra manera más que chicos y chicas que le agradaban (aunque no todos, en especial cuando uno de ellos intentó besarlo a la fuerza) y no más.

Y eso era demasiado difícil para él, porque cada vez era más complicado que Chan le hiciera caso, o siquiera lo mirara. Y no era que el menor lo tratara mal, más bien parecía como si se estuviera alejando con pesar de su lado, y era bastante obvio con sólo ver sus ojos tristes cada vez que se encontraban. Los mismos que él tenía.

Después de la novena cita y a punto de sacarse los ojos y arrancarse el cabello debido a la desesperación, Vernon ya estaba a punto de tirar la toalla y decirles a sus padres que tenía suficiente de aquello y que ellos mismos podían elegir a quien quisieran, pero que debían dejar de poner esa difícil decisión en sus manos.

Luego de que Jennie entrara al palacio, Vernon decidió quedarse sentado en las enormes escaleras que llevaban a las puertas del palacio.

El largo abrigo que llevaba lo cubría del frío, por lo que pudo quedarse allí afuera por un buen rato, pensando en lo que le diría a sus padres cuando éstos lo interrogaran sobre todas las citas que había tenido al día siguiente, o quizás más tarde.

Estaba tan metido en sus pensamientos que ni siquiera notó cuando las puertas del palacio se abrieron y Seungkwan salió de ellas hasta que su hermano se sentó a su lado.

–Has estado muy triste –le dijo, viéndolo con un puchero desde abajo. Vernon lo miró, embozando una pequeña sonrisa.

–No me quiero casar...

–Eso lo sabemos Jeonghan y yo, por eso tuvimos una idea –dijo, sonriendo ampliamente.

–¿Y cuál es su idea? –Preguntó Vernon, sonriendo con más sinceridad.

Sus hermanos siempre habían tenido el poder de hacerlo sentir mejor incluso con su sola presencia, y el hecho de que se preocuparan demasiado por él hasta el punto de planear algo para hacerlo sentir mejor lo hacía sentirse menos presionado de lo que realmente estaba.

–¡Ver una película! –Dijo con emoción, alzando sus manos. Vernon aplaudió.

–Me encanta la idea. Son unos genios.

–Lo mismo dijo Moonbyul –dijo él con orgullo–. Vamos –se puso de pie y jaló a su hermano para que se parara también. 

Al final Vernon le hizo caso y lo siguió dentro de la casa, directamente al segundo piso, en donde estaba la pequeña sala de cine, el lugar favorito de los menores.

Al final Vernon le hizo caso y lo siguió dentro de la casa, directamente al segundo piso, en donde estaba la pequeña sala de cine, el lugar favorito de los menores

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le petit prince grincheux, blessé et beau || chansolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora