JUEGOS DE PASIÓN. (TERMINADA)

6

Sakura prefirió el silencio. Ella entendía que en esta batalla verbal él era demasiado hábil y todo lo que ella dijera podría ser mal interpretado. Esa sensación de vulnerabilidad y un sentimiento de frustración le provocó lágrimas.

–Lo que no sabes es que yo lo amaba; ¿ Acaso tú te acuerdas de lo que es el amor? – dijo Sakura, cubriendo su rostro con las manos y haciéndose cargo del sufrimiento que estaba experimentando, pues no había reconocido antes el profundo sentimiento que había generado hacia alguien con el que había tenido una corta relación, pero que le había producido emisiones tan intensas. Entre sollozos ella alcanzo a escuchar lo que él dijo en voz baja:
—Yo también soy capaz de amar.

Ella separó poco a poco sus dedos para mirarlo. El rostro de él estaba muy cerca, pero su mirada parecía perdida en sus recuerdos, quizás reviviendo personas y situaciones de un pasado lejanísimo. Tal vez estaba recordando a Naruto. Su rostro llegó a expresar un sentimiento que iba más allá de la nostalgia o la melancolía, era algo parecido a la agonía, lo que intrigó mucho a Sakura. Cuando Sasuke se dio cuenta del cercano escrutinio de ella, sus facciones volvieron a su natural cinismo y agresividad.

— A mi no me importan las brujas de la noche que satisfacen su sed con los imbéciles e impotentes — dijo él, proyectando un gran desprecio.
–¿ Y realmente hay algo que sea importante para ti?

Él la tomo de la barbilla y la miro fijamente a los ojos.
—El vino de la vida, querida, un cuerpo tierno y palpitante. Eso es importante para mí.
— Tengo hambre –dijo Sakura, apartando bruscamente la mano de él.
— Claro que estás muy hambrienta, preciosa. Pronto comerás, tan pronto como me expliques  por qué tú no te convertiste en barbacoa junto a Naruto.
Ella volvió la mirada, revisando el entorno para buscar una silla. No es que estuviera físicamente cansada, pero si emocionalmente exhausta, por lo que deseaba sentarse, con la idea de eso le traería un poco de calma. Considero la posibilidad de sentarse en el borde del escenario, pero ahí estaban las luces, además de que decidió que no era conveniente dar signos de debilidad en esos momentos.

– El me hacía dormir en un gran baúl que se encontraba al pie de la cama. El dormía bajo la cama; me decía que mi piel era demasiado delicada para resistir incluso la luz eléctrica.

—¿Y como fue que el baúl no se quemó?

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