Jugando a morir

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«Tienes que sentirlo». Es lo único que resonaba en mi cabeza cuando la cuchilla se deslizaba por mi piel. Hacía tiempo que ni eso me aviliaba, pero qué me importaba eso ya. Paré solo cuando me empecé a marear. Esta vez no me había molestado en ir al baño, simplemente dejé derramar la sangre sobre las sábanas, ya las lavaría después, ahora necesitaba comer. Me levanté aún con las muñecas goteando, y me comí lo que mi madre me había dejado. Subí las escaleras y me metí los dedos en la garganta, dejando que todo saliese de mi.

Cuando terminé, me acurruqué en la cama, sin lágrimas ya para aliviar el dolor que me mataba por dentro.

Recuerdos de lo que fue y pudo no ser.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora