IV

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Joder, joder, joder. ¿Quién era ese tío? Camiseta ajustada, vaqueros, playeras, ojos verdes, morenisimo. Laia, la baba. Mierda, el cuaderno. Me agacho a recogerlo, y cuando estoy arriba me encuentro con una sonrisa arrogante formándose en su boca. Esto era demasiado. ¿Cómo iba a concentrarme con ese al lado? La única anatomía que quería estudiar era la suya. ¡Laia basta! Las células, concéntrate en las células. ¿Cómo podía haber perdido el control de aquella manera? No más. Ya me dije hacía tiempo que esto se había acabado. Cinco minutos más, venga por favor sirena toc...

-Se te ve nerviosa.

Lo ignoré.

Noté su sonrisa perforándome la nuca, y qué sonrisa...

Riiiiiiingggg. Por fin.

Recogí mis cosas y me apresuré a salir. Me volví para coger el boli que se me olvidaba, y le vi mirándome el culo. Pero este, ¿qué se había creído? A él le divertía esto. Quería que le viese. Me giré.

-Hasta mañana Laia.

Me fui sin contestar. ¿Por qué lo único que pasaba por mi cabeza era su estúpida sonrisa y la sensación de que había puesto mi vida patas arriba?

Recuerdos de lo que fue y pudo no ser.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora