Capítulo 1: Lo peor

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A lo lejos escucho la alarma de mi celular indicando que es hora de comenzar un nuevo día. Es una pena que en mi vida nunca aplica esa frase de que cada nuevo día es una nueva oportunidad de ser feliz.
Me levanto 10 minutos después de tener la primer crisis depresiva del día, me doy una ducha rápida y me visto con unos pantalones negros y una sudadera olgada, para que me esmero en verme bien si de cualquier forma no existo para nadie en este jodido planeta.
Salgo de mi habitación con la esperanza de encontrar a mamá en la cocina esperándome para desayunar conmigo, esperanza que muere al instante pues como siempre ya ha salido de casa, últimamente he notado que sale muy a menudo desde la mañana y regresa bastante tarde. Tendré que investigar este asunto.

—Buenos días Maya— me saluda la vecina en cuanto salgo de casa.
—Buenos días Lory.

Sólo llegar a la puerta del instituto un mal presentimiento invade mi cuerpo, pero como ya estoy acostumbrada a los malos momentos ignoró el sentimiento.
Voy directo a mi salón para entrar a la primera y más aburrida de mis clases del día Historia.
Dos horas después salgo a toda prisa del salón para ir a la segunda clase, no sé porque siempre llegó tarde a la mayoría de las clases y me molesta tenerme que escuchar el sermón de algunos de los maestros al terminar la clase, pero es su culpa que llegué tarde a quién se le ocurre tener los salones separados en distintos edificios.
También llegas tarde por quedarte dormida 10 antes de terminar cada clase. 
Me recuerda mi conciencia, me pregunto si será normal odiarla.
No puedes odiarme porque técnicamente soy tú.

Por fin es hora de irme de este  lugar , camino desde el instituto hasta la cafetería en la que trabajo de medio tiempo, en el transcurso siento como si alguien me estuviera siguiendo pero no hay  nadie.
No seas paranoica, quién te va a seguir si nadie te conoce.
Claro como no se me había ocurrido—digo en un susurro.
Al llegar a la cafetería, saludo al señor Jaden quién es el dueño el local.
—Maya!!!— me grita Juan desde la cocina. —MAYA!!!
—Si dime qué necesitas Juan—Digo mostrando una sonrisa.
—¿Me haces un favorcito??—dice poniendo cara de ternura, él sabe que si hace eso no le podré decir que no, siempre termino haciendo lo que los demás quieren.
—¿Qué?
—¿Ves a los chicos que están ahí en la mesa 4?
Volteo en la dirección de la mesa que señaló.
—¡¡DISIMULADAMENTE!!— dice en un susurro con voz chillona—No puede ser Maya, si se dan cuenta que estamos hablando de ellos será tu culpa y jamás te perdonaré.
—Está bien, lo siento—digo levantando las manos en señal de arrepentimiento pero me da un manotazo.
—QUE DISIMULES MAYA!!!
—Ya pues, ya los vi, que con ellos
Estoy empezando a perder la paciencia
—La chica rubia me gusta, y...
—¿Y qué?!! — digo cuando se queda callado.
—Me gusta, y en una plática por Instagram le dije que era empresario, y pues... ¿La puedes atender tú para que no se de cuenta que soy mesero?
Lo miro con mala cara mientras asiento. Al menos él tiene a que aferrarse para salir adelante.
—Bienvenidos a la Cafetería Mary, ¿Cuál va a ser su orden?—pregunto de manera amable.
Ellos se miran los unos a los otros para después dedicarme una mirada que da miedo. Todo pareció quedar en silencio a pesar de la cantidad de gente que se encontraba hablando a mi alrededor, me congeló al escuchar lo que dice la rubia que le gusta a Juan.
—Valeria, ¿Eres tú?


Oscura AdolescenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora