Capítulo 5.

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–¡Quién se atreve a desafiar a Sir Cadogan! ¡Retrocedan, fanfarrones escorbutos! ¡Pícaros!– Sir Cadogan azotó su espada con orgullo

–¡Está ladrando loco!– Seamus exclamó.

Los Gryffindors se encontraron, una vez más, varados detrás de las puertas de su sala común, pero esta vez, no fue por Sirius Black, sino por su nuevo portero, Sir Cadogan.

–¿Qué esperabas? Después de lo que le pasó a la Dama Gorda, ninguna de las otras fotos aceptaría el trabajo.– Dean Thomas frunció el ceño. Realmente necesitaba entrar ahora.

–Pero sigue cambiando la contraseña. ¡Dos veces solo esta mañana! Me he acostumbrado a llevar una lista.– Añadió Neville.

Cabreada de esperar, Carina se empujó hasta lo alto de las escaleras y miró al caballero del retrato.

–Dingallo.– Carina dijo la contraseña.

–Contraseña incorrecta querida.– Sir Cadogan negó con la cabeza.

–Abre con sangre la puerta o lo haré yo. Dingallo.– Carina se burló. Su mirada se intensificó hacia el Caballero.

–Ojos del diablo...– Susurró el Caballero, recordando las palabras de la Dama Gorda. Un momento después, el Caballero dejó escapar un chillido y abrió las puertas. Carina entró en la sala común y se dirigió a los dormitorios de las chicas y dejó a un grupo de Gryffindor intimidados.

–Sabía que ella daba miedo, pero no tanto.– Dean dijo.

–Incluso hizo que sir Cadogan se orinara a sí mismo.– Ron dijo en temor.

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Carina se sentó en la mesa de Gryffindor con Roman, Harry, Ron y Hermione. Harry, Ron y Roman estaban ocupados haciendo sus asignaciones de último minuto para Adivinación, Hermione se entretuvo con montañas de tarea (eso confundió a Carina, al ver que la niña tenía el doble de carga que un estudiante de tercer año), y Carina estaba leyendo sobre animagos en su Libro de transformaciones: su tema favorito, junto a la astronomía.

–No sabía que te interesaba convertirte en un animago.–

La voz extranjera, aunque familiar, llamó la atención del grupo. De pie detrás de Carina estaba la última persona que esperaban.

–Cedric Diggory.– El Hufflepuff le tendió la mano a Carina para que la estrechara.

–Yo - yo...– Carina tartamudeó. Detrás de ella, Harry, Ron y Roman no pudieron evitar reírse de la incapacidad de Carina para hablar.

–Carina Black, ¿verdad?– Preguntó Cedric.

–S-Sí.– Dijo Carina.

Rebecca me pidió que te devolviera esto. Cedric le entregó a Carina su libro de Astronomía personal. –Lo siento si me tomó un tiempo, le eché un vistazo cuando me pidió que se lo devolviera.–

–E-está bien, de verdad.– Carina dijo –¿Quieres tomarlo prestado?–

–No, está bien, gracias.– Dijo Cedric. Hubo una pausa. –Sabes, siempre puedes preguntarle a la profesora McGonagall sobre ser un animago.–

–No lo sé... es magia realmente avanzada, incluso los magos más avanzados tuvieron dificultades para ser uno.– Carina suspiró.

Black - Theodore NottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora