Por ese momento

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Mientras Andrés estaba obligado a hacer lagartijas. Su padre se encontraba en la lejanía. Pero no sufría ni combatía valerosamente en batalla a muerte. Se encontraba acomodado en una recamara de reuniones, bastante amplia y decorosa.

Era una junta de comandantes. Y los militares se encontraban por toda la sala.

-Comandante Carvajal- dijo uno ya canoso y parado con la espalda contra una pared- Nuestro líder a fallecido ¿Qué podemos hacer entonces con el país que nos amenaza?

-Una desgracia su muerte - contesto el padre de Andrés- Perder contra fuerzas mejores que las nuestras...habrá que hacer algo. Si usted se hubiera encarrerado en el oficio de político. Acaso nuestro líder no hubiese sido condenado ¿saben que creo? que nos amenazan sin razón esa gente es tosca sin sentido ni cordura. Nos atacan solo por pleito.

-No cambia mucho la situación lo que dices - comento el viejo comandante- Una revolución! eso necesitamos.

-Me parece que el señor Carvajal solo dice mucho.- dijo otro comandante- Y ya lo hemos escuchado bastante. Todos aquí llevamos más años que él. Nos vendrán a atacar por el lujo que implica amenazarnos ¿pero que hacer?

-Y agradezca, anciano. Que será por lujo nada más. Se la podemos liar en su concurso de disfraces- replico Carvajal irritado - ¿Qué hacer? seguirles el juego. Hacerles pensar que pelear contra uno de nosotros es igual a pelear con uno de ellos. Déjenselo luego al oficial Mondragón, un plumazo suyo derramara torrentes de sangre. No es necesario alterarnos, si ustedes fueran como él entenderían. 

-¿Quien es ese Mondragón? - mentó el anciano- ¿No era aquel que cuando muchachos cargaba en sus pulmones aires de desertor? ¿No se a dado cuenta que la suciedad de sus zapatos no manchan esta sala? 

-Pues olvídese de él y retírese si no cree en lo que lo digo ¿no fueron ustedes quienes me llamaron? ¿Ahora no me escucharán? Si estoy sentado entre ustedes. Es porque tengo más peso militar que todos ustedes! - dijo duramente Carvajal. Y ante esas palabras los militares se ofendieron y mucho. Salieron del lugar sin dirigir palabra. Carvajal al darse cuenta que la reunión había sido un fracaso, también salió. 

-Deberían hacerle caso al más fuerte- murmuraba el comandante Carvajal mientras se metía en su auto- deberían hacerme caso.

Tomo su celular y marcó

-Hola? - dijo la voz del teléfono.

-Discúlpame, la lie...- empezó Carvajal.

-Esta bien, se veía venir. No te pediré nada ya que me estas ayudando. Solo te diré que son viejos militares y más que militares, viejos ¿sabe que es la necedad?

-Tómelo con calma y que prosiga el proyecto. Y otra cosa más, saque a mi hijo de la academia.- ordeno Carvajal.

-Anoto que ahí se contradice ¿su hijo? déjelo. Ya se arrepentirá o crecerá, pero sacarlo seria equivocado. Me disculpo, pero debo colgar.

-El cambio para el país es vital. Como no vea que hacer me desharé de aquellos - dijo Carvajal, se oyó el golpe de bocina. Había colgado. 



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