Capítulo 3

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Ela:

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Ela:

La parte detrás de la casa era una de mis favoritas. Solitaria, llena de árboles del bosque y con un pequeño lago que en invierno se congelaba para que mi padre y yo patináramos sobre él.

Tomé una roca que estaba en la orilla de aquel lago, el agua semi fría y semi cálida se cruzó con la punta de mi dedo, no lo aparté. Por mi cabeza solo pasaba si debía soltarla o lanzarla lo más lejos posibles.

Risas, caídas de trasero en el hielo, palabras de aliento. Los recuerdos me golpeaban mientras veía al completo vacío y acariciaba una y otra vez la roca que tenía en mis manos.

Terminé por dejarla allí al tiempo que una lágrima rebelde se escapaba de mis ojos azules.

Me volví sobre mis pies, algo sonó en ese momento. Una especie de algo o alguien había golpeado un par de rocas que terminaron cayendo por una mini pendiente. Los animales no eran tan comunes en esta parte, así que no estaba sola en ese lugar.

Giré varias veces mi cabeza, pero no visualicé nada. Volví a la casa en cuanto me di por vencida.

Logan estaba sentado en el porche, con un cigarro en sus manos, su mirada perdida y su cabeza quién sabe si estaría aquí o imaginando una y otra vez a la última chica con la que lo hizo desnuda. Su boca mostró una sonrisa de lado juguetona y picante. Cuando vivías junto a estos chicos te acostumbrabas a sus gestos.

— ¿Dónde estabas, hermanita? —su voz, ya había crecido hace mucho y ya no era tan irritante como antes.

—Eso no te importa, Logan.

— ¡Eh! ¡Eh! Princesa, clama. Soy yo, no es mi padre —. Se levantó de allí y se acercó todo lo que pudo a mí.

Mis pies intentaron colocar distancia entre nosotros, pero al final me acorraló contra una de las piezas de madera.

—Christian me contó lo que pasó con el enano la otra vez.

Su boca sacó todo el humo de cigarro que podía tener. Tocí un poco al sentirlo contra mi cara.

— ¿Y? —pregunté. No había tenido un buen inicio de mañana y aún faltaba ir a la preparatoria.

— ¿Sabes lo que estás haciendo, linda hermanita? ¿Lo sabes? —Sus intensos ojos oscuros estaban sobre mí.

Me sentía acorralada, su cuerpo cada vez más cerca de mí. Giré mi cabeza hacia un lado...

La puerta se abrió y Seth apareció. Sus ojos verdes se posaron sobre los míos por un par de segundos y luego volví mi mirada sobre Logan quien giró su cabeza al sentir que ya no estábamos solos. Su hermano seguía allí de pie, fulminándolo, con los puños cerrados y unos nudillos ya casi de un color blanquecino.

El pecho de Seth subía y bajaba.

Aproveché para escapar en cuanto esos dos se quedaron en una especie de duelo de miradas y me interné en la casa para buscar mi bolso y demás cosas, incluida la carta.

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