Capítulo 1

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—¿Papa?

Krist miró por el espejo retrovisor a la persona más importante de su vida. Su hija que estaba en su sillita en el asiento trasero, rodeada de todo lo que poseían.

—¿Sí, Calabaza? —Krist constantemente desviaba sus ojos de ida y vuelta entre su preciosa carga y la carretera que tenía por delante.

—¿Ya llegamos?

Krist suspiró. La pregunta había sido constante durante las últimas horas. Tenía que ser duro para Samy. En seis meses había perdido a la madre que amaba, la casa en la que creció, la guardería que conocía y a sus queridos amigos. Para colmo aparte de todo lo que había pasado, sus abuelos estaban tratando de separarla de su padre, así que finalmente se había ido con Samy a empezar en una nueva ciudad, con gente nueva y, esperaba, que con nuevos amigos.

—Todavía no Samy, pero pronto, ¿de acuerdo? Encontraremos el motel, descargaremos el coche y luego vamos a encontrar un bonito parque donde podamos jugar un poco. ¿Qué te parece?

Los chillidos de alegría que Krist escuchó de Samy, en el asiento trasero, fueron por la idea del parque.

Mirando hacia atrás otra vez, Krist no podía creer lo mucho que se parecía a su madre. Sus brillantes ojos de color verde jade y el más lindo botón como nariz que había visto en su vida, por encima de una pequeña boca de labios rosa, le recordaba a diario a la única mujer que había amado.

Pero la mejor característica, pensó Krist , lo único que recibió de su padre, caía suelto por sus hombros, brillantes rizos castaño rojizos. Una de las cosas favoritas de Poom antes de morir, era cepillar el pelo de Samy.

Krist se sintió momentáneamente abrumado por el dolor de pensar en su mejor amiga. En su primer día de escuela, Krist y Poom se habían sentado en el mismo asiento durante el almuerzo, ninguno de los dos estaba prestando atención al entorno, y terminaron siendo los mejores amigos cuando la campana indicó que el almuerzo había terminado.

Sus años de secundaria parecieron volar con ellos dos compartiéndolo todo. Krist confió en Poom cuando se dio cuenta que le llamaban la atención los chicos de su escuela, más que las chicas. Poom lo abrazó y lo besó en la mejilla y le dijo que el que fuera gay no le importaba y que siempre lo amaría. Había alentado a Krist a que hablara con sus padres, y que les contara lo que estaba pasando. Su madre lo sorprendió diciendo que hacía tiempo que lo sospechaba y su padre asintió y dijo que mientras Krist fuera feliz, todo lo demás no importaba. Krist abrazó a sus padres, más agradecido que nunca por su apoyo.

Poom sin embargo, mantuvo el secreto a sus padres hasta después de acabar la escuela secundaria y que se mudaran juntos a un apartamento. Sus padres, religiosos, temerosos de Dios, fueron inflexibles, no querían que Poom tuviera algo que ver con él. Cuando se negó, la informaron de que Dios la castigaría por estar con él.

Quién sabe lo que los padres de Poom pensarían si alguna vez se enteraran de que era un Hombre lobo, aparte de gay. Probablemente les daría un ataque de apoplejía. Krist se rió de la idea y recordó el momento en el que Poom se enteró que era un hombre lobo. Fue la primera luna después de que Krist cumpliera los dieciséis años, Poom y él estaban tumbados en el piso del salón de su casa, haciendo sus tareas.

El cuerpo entero de Krist estaba caliente, y su sangre hervía, entonces de sus brazos empezó a brotar pelaje. Miró a Poom a los ojos, los ojos impresionantemente grandes de Sarah le devolvían la mirada y dijo lo único en lo que pudo pensar.

—Por favor, no grites.

Sus ojos se abrieron mucho más con sus palabras. Sus huesos empezaron a cambiar, el rostro a alargarse y antes de darse cuenta, estaba a cuatro patas enredado en sus vaqueros y camisa mirando a su mejor amiga que a su vez lo miraba cada vez más asombrada.

Compañero Protector ( Libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora