Capítulo 8

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Llegaron a la calle y toda la euforia de Krist por la carrera y el sexo increíble que habían experimentado, se fue. Frente a la casa había un coche que Krist no reconoció. Tenía un mal presentimiento por eso. A medida que se acercaron, la impresión de Krist se vio confirmada cuando reconoció a la pareja que estaba de pie en la puerta tratando de entrar.

Singto gruño en el asiento de al lado, Krist solo quería llegar y asegurarse que Samy estaba a salvo. No quitó los ojos de la pareja que hacía todo lo posible para entrar en la casa. Krist saltó del coche cuando Singto entró en el garaje. Dejando la puerta abierta, Krist corrió hacia la casa.

—¿Dónde está? —Gritó.

Win asomó la cabeza por el pasillo.

—Cálmate Krist. Está en la cocina conmigo, tomándose un helado. —Krist no se detuvo hasta que llegó hasta Samy y vio que estaba a salvo con sus propios ojos. Descubrió que estaba en la mesa tal y como Win le había dicho haciendo un lío con los helados. Krist respiró y permitió que su corazón redujese la velocidad. Cogió a su hija la levantó y aplastó contra su pecho.

Singto llegó por detrás y los abrazó a ambos también.

—Hola, papi.

—Hola, Calabaza. ¿Dormiste bien?

—Sip. Tengo helado —dijo Samy feliz, apuntando a su bol lleno de helado de chocolate. La sonrisa de Samy se desvaneció de su rostro lentamente—. Los papas de mami están aquí. —Dijo en voz baja. El corazón de Krist se rompió por todo lo que su hija había pasado. ¿Por qué esta gente no lo dejaba en paz?

—Sí, cariño. No Sip. Y lo sé, pero no te preocupes. Estás a salvo. Nunca te van a separar de mí. Quédate aquí y comete el helado con Win. Singto y yo iremos a ver. — Krist y Singto la besaron en la mejilla antes de dejarla de nuevo en la silla. Samy tomó inmediatamente la cuchara y la clavó de nuevo en su helado—. ¿Te importaría echarle un vistazo? —Le preguntó Krist a Win.

—No te preocupes. Está a salvo. —Krist asintió con la cabeza. Singto tomó su mano y la apretó antes de salir hacia la puerta.

Saint estaba bloqueando la puerta pero Krist podía escuchar toda la suciedad que salía tanto de Sara como de Dian mientras intentaban entrar por la puerta.

—Saint, ¿podías ser tan amable de ir a por Mew? Se que Gulf está enfermo y podría necesitarlo. —Le pidió Singto.

Saint asintió con la cabeza luego gruñó una vez a la pareja en la puerta. Ambos, Sara y Dian dieron un paso atrás por el sonido animal procedente del hombre que tenían enfrente. Con una sonrisa de satisfacción Saint se volvió y salió a buscar a Mew.

—¿Qué estáis haciendo aquí, Dian, Sara? Hemos pasado por esto y los tribunales me dieron la custodia total.

—Los tribunales están equivocados. Eres un pervertido asqueroso y no te mereces tener un hijo. — Sara se burló. Singto gruñó y dio un paso amenazador hacia adelante. Krist le tomó de la muñeca antes de ir demasiado lejos, los Stewart dieron un paso hacia atrás.

—Solo vamos a coger a Samy y nunca nos veréis otra vez. —Agregó Dian.

—Samy es mi hija y no tenéis derecho a quitármela.

Si incluso tratáis de hacerlo haré que os detengan.

—Inténtalo. Nadie creerá a un sucio homo de todos modos.

—Yo lo haría. —Dijo Mew por detrás de Krist.

—¿Y quién diablos es usted? ¿Otro homo? —Le preguntó Sara.

Compañero Protector ( Libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora