Capítulo 34: Sangre y Miedo

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“Hágase la pesadilla bajo mi manto de oscuridad”

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“Hágase la pesadilla bajo mi manto de oscuridad”.

El joven corría exasperado buscando la presencia del profesor Bowman con insistencia. Por nada del mundo iba a permitir que aquel profesor fuera el siguiente en caer. No le importó en lo absoluto apartar a algunos compañeros de clase de su camino, dándoles un leve empujón que impedían su paso.

Buscó al adulto en su clase de biología, pero no estaba. Lo buscó por las demás aulas restantes y tampoco halló su presencia. Empezó a inquietarse. Su desasosiego era tal, que la maldita canción que no dejaba de sonar empezó a maldecirla. Su respiración acelerada, el liviano jadeo que se escapaba de su voz a causa del cardio.

Si al menos tuviera una señal de dónde podría encontrarse Cornelius...

Fue ahí cuando se detuvo y observó un crucifijo inclinado levemente hacia el sur. La figura de madera lo hipnotizó, embobado del pequeño detalle.

Él sonrió, travieso.

Y continuó corriendo. No supo por qué Cornelius Bowman se encontraba en el ala sur, pues solo podían acceder las féminas. No obstante, no tardaría mucho en averiguarlo, si llegaba a tiempo.

La canción dejó de reproducirse una vez Kaden pisó aquellos pasillos. Visualizó a Bowman, parecía atento en querer abrir lo que parecía la habitación de la madre Prudence, pero no lo conseguía. Estaba bajo llave.

—¡Profesor! —Lo llamó el varón.

El señor dio un buen respingón del susto ante la voz varonil del joven. Se llevó una mano al pecho y lo contempló, atento de su llamado.

—Joven Bloodworth, nunca deja de asustarme.

—¿Está usted bien? —formuló estudiando cada esquina que allí permanecía. No habían ojos curiosos merodeando, salvo los de ambos.

—Estoy perfectamente. ¿A qué se debe su preocupación?

—Aquí la pregunta es, ¿qué hace intentando colarse en la habitación de la madre superiora? —masculló.

El hombre permaneció en silencio durante algunos segundos. Parecía trastornado.

La acción que estaba provocando Bowman podría haberle traído graves consecuencias si lo hubieran pillado forzarla. Sobretodo por estar en un ala que no era de su incumbencia.

Bowman, dijo:

—Porque los secretos deben salir a la luz, Bloodworth. Ya no puedo aceptar que son meros suicidios. La gente se está matando porque quieren callar lo que se oculta y así el secreto estar salvaguardado, incluso bajo tierra. Sor María se suicidó porque no podía callar más. Tanto usted como yo sabemos eso —confesó—. Quizá en la habitación de Prudence, halle alguna pista. Algún signo de alarma.

El profesor temía tanto por la seguridad de los alumnos que dejó de pensar dos veces sus acciones. Solo buscaba respuestas, aunque se perjudicara así mismo. Sabía que las cosas no estaban marchando bien y que, aquel lugar que lucía tan luminoso y bendecido, parecía maldito. Todas las mañanas se levantaba pensando cuál sería la siguiente tragedia. No podía vivir así. Le estaba consumiendo.

Un peligro para sí mismo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora