Capítulo 27: ¿Asustada, hermana?

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“O ponemos un poco de locura a esto o terminamos locos”

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“O ponemos un poco de locura a esto o terminamos locos”.

Buscaron a Bastien por todo el internado, tanto Kaden y Viviane, como Jesse y Denis. El joven no se hallaba por ningún lugar y eso ocasionó que los adolescentes se mirasen entre sí. Sabían que se habían deshecho de él. Bastien guardaba más secretos de los que parecía y, cuando gracias al profesor Cornelius se supo que tenía constancia de ello, el muchacho ya no estaba. No era muy descabellado pensar que por aquella razón alguien se las había ingeniado para quitar al chico de enmedio, pues no querían que las verdades salieran a la luz.

La noche anterior, el varón había mencionado que no tardaría mucho en caer él también, visto la situación que se estaba presentando en Annavenim. Él sabía muy bien que algo le ocurriría. No mostró una actitud pusilánime, al contrario, casi pareció aceptar que era el siguiente.

Los cuatro se detuvieron en los pasillos, jadeando tras haber recorrido el enorme internado sin descanso. Kaden observó el despacho de la madre Prudence y frunció el ceño. Acto seguido, agarró aire y dio fuertes zancadas dirigiéndose al cubículo.

—¡Kaden! —lo llamó Viviane—. ¿Qué vas a hacer?

Él no respondió e irrumpió en el despacho de la mujer.

Prudence levantó la mirada de su escritorio, sosegada. Colocó sus manos entrelazadas entre sí y miró al varón. La señora no se mostró preocupada ni abstraída en ningún momento cosa que levantó sospechas en el muchacho.

—¿A qué viene esa actitud, Bloodworth? Jadeas demasiado. Cálmate. A Dios no le gustaría lo que está viendo.

—¿Dónde está Bastien? —interrogó ignorando sus palabras.

—Bastien Hewitt se ha tenido que marchar de Annavenim por un tiempo —explicó la monja.

«¡Y una mierda!», pensó él.

—¿En qué momento se ha ido y con quién? Si estaba esta mañana en el salón.

—¿Usted acaso ha estado atento de quiénes entraban y salían de Annavenim? Un vehículo ha venido a recogerle, concretamente sus padres. Acaban de firmar su salida del internado —la monja levantó la hoja de su escritorio, mostrando la veracidad de sus palabras.

«—No vengo de una familia cariñosa ni que brinden afecto» —recordó las palabras de Bastien la noche anterior que se mostró arrepentido de su actitud.

—¿Por qué razón su familia querría sacarlo de aquí?

—Bastien tiene problemas —respondió—. Ha tenido más de una vez conductas suicidas. Recientemente se ha conocido la trágica noticia del suicidio del profesor. Su familia tiene el derecho de proteger a su hijo si tienen miedo de lo que está sucediendo. Incluso yo siento temor de todo esto, joven. No soy quién para desobedecer si un familiar quiere sacar a su hijo de mi internado.

Un peligro para sí mismo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora