HISTORIA GANADORA WATTYS 2019.
«Nadie sabía quién era él, pero trajo la perversidad consigo mismo y la oscuridad nos invitaba a seguirle».
En Annavenim, un colegio de prestigio religioso, un joven alumno ha sido hallado muerto en el lago congelado...
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"La oscuridad es mi camino, las tinieblas mi trono y tu agonía mi aliento".
Los alumnos tanto como la profesora Sor María, observaban a Viviane con cierta estupefacción. Nadie lograba entender las reacciones tan preocupantes de la joven ni el por qué de sus gritos terroríficos. Algunos adolescentes comenzaron a reírse de su actitud lunática. Sin embargo, la profesora ordenó silencio y respeto. Esta última era una monja joven y comprensiva. Si un alumno se mostraba aquejado e indispuesto, la mujer le invitaba a salir de clase y tomar un poco el aire fresco del patio. Si algo caracterizaba a Sor María, era por ser diferente al resto de hermanas. Bajo su velo se podía discernir su flequillo rubio asomándose por su frente. Tenía un rostro bonito y un cutis cuidado. Sus ojos marrones poseían un brillo expresivo.
—Leavitt, puedes salir de clase durante unos minutos. No tienes buena cara. Toma el aire y, cuando te encuentres mejor, vuelve. Si crees que te sigues encontrando mal, avísame y doy parte a la madre superiora —dijo.
Ella notaba las miradas clavadas de sus compañeros por la espalda, pero no se dignó en voltear para mirar. Estaba lo suficiente avergonzada como para seguir presente en clase. Fue un auténtico bochorno, pero también admitía que la situación que presenció la atemorizó sobremanera. Imaginó que podía ser la falta de sueño. No obstante, aquella temible alucinación –si es que podía llamarlo de esa manera–, se sintió tan real que creyó vivir su propia pesadilla.
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Una vez fuera del aula, la muchacha soltó un largo suspiro oyendo de fondo cómo proseguía la profesora leyendo un fragmento de la biblia. Ella se llevó una mano al pecho, notando el ritmo apresurado de su corazón. Habían sido dos veces las que gritó en clase. Nadie más veía lo que ella sí; ninguno se percató de lo fantasmagórico que resultó ver sangre donde no la hubo y ver rostros horripilantes donde no existieron. Jamás le ocurrió eso con anterioridad. No quería ser paranoica pero, desde la llegada de Kaden, la joven miraba cosas inusuales. Sin embargo, ¿qué sentido tendría echarle la culpa a un joven nuevo? Carecía de pruebas que pudieran señalarlo.
«Vamos, cálmate Viviane. Debe ser la falta de sueño».
Ella avanzó por los pasillos hasta llegar a la salida del patio. Cuando ya tenía el pomo sujeto para salir, oyó unas voces curiosas en el despacho de la madre superiora. Viviane pocas veces se inmiscuía en conversaciones ajenas, pero aquella le llamó demasiado la atención. Comenzó a acercarse con sigilo y, al pegarse a unos cuantos centímetros del marco, escuchó lo que hablaban. La puerta se encontraba entornada.
—... Lo conocí hace unos cuantos años. No parecía un mal hombre. ¿Quién iba a imaginar que el internado Fennoith guardaba tanto misterio? Qué lástima por todas aquellas criaturas que perdieron la vida allí dentro —dijo la madre superiora.