"Azúcar"

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-09 de diciembre - 08:35am-

Yashiro Nene

Invierno. Ya hace tiempo están estos días helados, a tal punto que dormir todo el día era glorioso, y despertar era la cosa más detestable por salir del refugio hecho de sábanas y almohadas. Sin embargo, mi caso era contrario; las mantas no proporcionaban calor. Tan finas de hilos que no cumplen su función de protección.

Aun cuando las mantas eran tan delgadas, no podía quejarme del frío. Pues había algo que me protegía de ello.

Siempre abrazándome y cruzando su pierna con la mía. No me soltaba hasta que yo lo despertaba al día siguiente. Tsukasa dormía cómodamente de ese modo. Mientras yo sufría internamente; porque había ocasiones en las que me sujetaba tan fuerte que sentía que rompería mis costillas. Y tratar de escapar de sus brazos era ya de por sí un reto, sólo lograría que se aferrara con más fuerza. Ya en sí su abrazo era como el de un oso. No esperaba actos sexuales de su parte, pues, su actitud no cooperaba con sus actos. Además, no es como si quisiera tener "eso" con él. Verdaderamente que no.

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Las sirenas de una ambulancia hicieron que despertara de golpe.

Tenía frío, mucho más frío de lo normal. La poca energía que se extendía por los músculos de mi cuerpo y con la vista nublada, me dejó claro que seguía en el infierno. Me sentía tan agotada, desanimada y muy malhumorada. Trate de levantarme, pero no podía. Hasta llegué a pensar que me habían cortado las extremidades mientras dormía. Algo muy loco pero lo creía posible.

Mantuve la mirada hacia el techo hasta tener la vista clara; observé sus grietas y el moho que se esparcía tratando de hacer que mi cuerpo diera siquiera un movimiento involuntario, que un pensamiento despertara mis sentidos. Algo importante. Muy, muy importante.

Oh... ¡Mi maldito trabajo!

Solo con ese pensamiento ya todo mi cuerpo se había levantado de la cama. Tomé mi celular y unas prendas mientras corría al baño a cambiarme de ropa. Le di un vistazo rápido al celular, y vaya sorpresa, que en realidad, no fue tan sorprendente...

Primero. Era ya muy tarde para ir a mi empleo. Otra vez saltarme el desayuno. En realidad, no es tan malo, creo que ya hace mucho que no hago ni dos comidas al día.

Segundo. ¿Cuántos regaños del gerente recibiré esta vez? Muchos. Muchos. Podrían ser el mayor peso de conciencia, sino fuera porque tengo en muchas otras personas fallecidas en qué pensar y rezar. Desearía tanto que la primera fuera la peor.

Tercero. El maldito loco diabólico. Estúpido. Maniático. Loco. Loco... ¿Quién más podría ocupar ese lugar? Sería los tres puestos en mi lista por múltiples razones. Pero, no quiero pensar en él las 24 horas del día.

Podía dejar mi hogar y terminar en una ciudad del asco. Podía estar al borde de la muerte por el gran agotamiento y el maltrato que le doy a mi cuerpo. Podía soportar la llegada de un asesino a mi hogar, podía dar innumerables razones -quizá- más importantes que las anteriores, y aun así, seguiría pensando que el trabajo es lo más valioso de mi vida. Más bien, lo único estable que tengo.

Tsukasa... Ganas no me faltan de golpearlo al tan solo pensar en él. Qué no quisiera hacerle a ese arruina vidas. ¿Quién tiene la culpa de mis desvelos y por, literalmente, todas mis penas? Con todos esos pensamientos ya iba ya furiosa a despertarlo. No, más bien, a golpearlo. A golpearlo tan fuerte hasta cansarme. Ni siquiera pensaba en las consecuencias que mis actos tendrían.

♪·Dulce Melancolía·♪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora