Capítulo 13. Maldiciones

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Se viene una maratón de capítulos inéditos por los 2k seguidores ❤️

Los tenía medio abandonados porque tenía problemas con el ordenador y es difícil editar desde el celular

Y empiecen a comentar o les regalaré un chanclazo (⁠╯⁠ರ⁠ ⁠~⁠ ⁠ರ⁠)⁠╯⁠︵⁠ ⁠┻⁠━⁠┻





Bríxida

Una semana. Seis días y medio. Ciento cincuenta y seis horas. Es el tiempo exacto que llevo sin ver ni a Leah ni a Ashton. Nadie me ha dicho nada sobre la ausencia de ambos, con la excepción de Liam, pero no es como si mencionara algo interesante, muchos menos detallado. Después de que el ama de llaves me dijera que Ashton hablaría conmigo más tarde, no he recibido noticias. En palabras de Liam, Leah está enferma, su padre no quiere que nadie la vea —lo que me parece innecesariamente extremo—, y nadie más que Ashton, Liam y la doctora pueden visitarla. He intentado encontrar a Ashton, pero nadie me revela su ubicación. Creo que me está evitando. No me gusta. Esperaba al menos una disculpa. Es lo mínimo que pido, por los dragones.

Otra de las cosas desagradables en mi situación actual es que, por alguna razón que no entiendo, Liam ha sido asignado como una especie de escolta para mí. Eso quiere decir que lo tengo a mi alrededor a primera hora de la mañana hasta que cae la noche. O eso quiero creer. Parece que el hombre está pegado a mi puerta, atento para poder pisarme los talones. Me perturba pensar que podría dormirse contra una de las paredes o tener un colchón fuera de mi habitación. Incluso ahora, mientras estoy comiendo, me está mirando fijo y acechante. Ni siquiera en el castillo me tenían así de custodiada.

Muevo los trozos de zanahoria en mi plato. No he tenido mucho apetito estos días. Nunca he sido particularmente hambrienta, la comida no es mi debilidad ni guardo un amor por ella. Hace años que sobrevivo de picotear la lechuga y la carne de ave rekaheli, entre otras criaturas que están permitidas comer. Los animales que vinieron después de Caída de Dragón no son comestibles, son amigos y protectores.

Por el contrario, las criaturas como el ave rekaheli no tienen sensibilidad y se las considera bestias carnívoras que no deberían continuar naciendo en tierras lunares.

Empujo el plato de comida cuando siento que es demasiado. Limpio mis labios con una servilleta y me levanto. Necesito hablar con Ashton, he intentado hacer eso la última semana, no he dejado de buscarlo. Esto es absurdo. No ha salido de la casa, está aquí, pero nunca consigo verlo ni encontrarlo ni por casualidad.

Liam me detiene en el momento que me dispongo a irme.

—Coma —espeta, sorprendiéndome.

Frunzo el ceño. No acepto con sumisión ni alegría las órdenes dadas por Ashton, mucho menos lo haré con él. Enrosco mis dedos y me levanto.

—Me alimento de mi orgullo, muchas gracias.

Nuestras miradas se sostienen. La suya, como siempre, es inexpresiva.

—No ha comido ni la mitad de su plato. Se está matando de hambre.

—Le sigo sin encontrar lo relevante. Mientras me mantenga viva, no veo porqué debería preocuparme.

Liam está por decir algo cuando lo interrumpo.

—Haré el intento de comer en el momento que Ashton decida aparecer —espeto con seriedad —. Dile eso de mi parte.

La Soberana Maldita ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora