| ɢᴇɴꜱʜɪɴ ɪᴍᴘᴀᴄᴛ - ᴘʟᴀʏꜱʜᴏᴛ |

ᶜʳʸ ᶠᵒʳ ˡᵒᵛᵉ | ᴰⁱˡᵘᶜ

ᴺᵒʷ ᵖˡᵃʸᶦⁿᵍ; [ ᴄʀʏ ꜰᴏʀ ʟᴏᴠᴇ - ʙᴀᴇᴋʜʏᴜɴ ]

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Era un día de verano, el calor era insoportable y más considerando que era una poseedora de una visión cryo, me encontraba debajo de el gran árbol, esperándolo...

Recuerdo cuando apenas éramos dos adolescentes enamorados. Siempre lo esperaba bajo el mismo árbol, aunque no hacía falta que me detuviera a ver si el estaba por llegar, pues nunca le gusto hacerme anhelar su llegada... o eso pensaba.

Llegaba junto con diversidad de cosas cada que nos veíamos, bebidas refrescantes o helados de diferentes sabores, nos sentábamos juntos a pesar de que su cercanía pudiera ocasionar que me desmayara en esos momentos.

-Mira!, tienes que probar esto - Decía entusiasmado mientras corría hacia mi junto una pequeña caja, en la que solía poner las paletas heladas.

Se sentó junto a mi mientras abría la caja dejándome ver pequeñas paletas de un color violeta.

-Trajeron una caja repleta de ganchos de lobo y pensé que te gustaría comer algunas, por lo que las prepare en la mañana- su tono se había vuelto uno calmado, después de la euforia con la que me había recibido, según el estaba tratando de madurar y emocionarse no era para nada maduro, en sus términos. Pero seguía siendo el mismo pues todo esto lo decía con un leve rubor en sus mejillas.

Agarre una y en seguida la coloque en mi boca, era un sabor tan dulce y refrescante que no podía evitar sonreír, sus orbes rojizos se posaron en mi como si estuviera anticipando algunas palabras de mi parte.

-Muchas gracias Diluc, están verdaderamente deliciosas- di mi más grande sonrisa haciendo que mis ojos se encogieran en si. Coloco su mano en mi cabeza revolviendo mi cabello.

Hablábamos de mil cosas hasta que en el día se posara una luz anaranjada, desde que habíamos hecho en el día, hasta planes que queríamos hacer cuando fuéramos mayores, entre eso no hizo falta cosas como el matrimonio, me solía poner muy nerviosa hablando de ello.

-Cuando seas mi esposa cocinare para ti el desayuno todas las mañanas – miraba hacia el horizonte en donde el sol ya se estaba escondiendo, posee una de mis manos sobre la suya, me miro con algo de asombro pues no lo hacíamos a menudo, debido a que una vez quemo levemente las yemas de mis dedos, desde ese momento llegaba a usar guantes algunos días, cuando le apetecía permanecer mucho tiempo sosteniendo mi mano. Hoy no era uno de esos días, por lo cual encontré sentido a su reacción.