↠ Treinta y tres

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28 de Julio.
7:56 pm.

210 cartas.

Escritas por alguien que estaba sufriendo la culpa y tristeza de una ruptura.

Aquel chico castaño y atractivo podía pasar cada día escribiendo en una simple hoja de papel.

Algunas personas que constantemente iban a la biblioteca, se preguntaban cual era la razón por la que lo hacía y a quién se las dedicaría.

Esa sonrisa cuadrada podía guardar tres noches de llanto y nadie se deba cuenta, pero fácilmente podía quebrarse con recordar o escuchar alguna canción.

Su mente no paraba de preguntarse cosas y muchas veces se molestaba porque no conseguía una respuesta que se le hiciera convincente, llenándolo de frustración.

Con el paso del tiempo se dio cuenta que debe avanzar, sin importar lo complicado que sea.

Aprendió separar ciertas cosas, pero también se percató que no dejaría de amarlo.

No tanto porque fue su amigo o su novio, sino porque como persona, le llenó los días de mil maravillas y le enseñó a superar los malos.

Causó un efecto en él que escapaba de sus conocimientos y era un sentimiento que recordaría con cariño.

Estaba listo para las cosas que le esperaban en el camino, pero no contaba con los obstáculos que este podría tener.

Estaba medio dormido en el gran mueble de la recepción, pues el día había pasado bastante lento y el no haber dormido bien los últimos días, estaba pasando factura.

Por suerte no había nadie que no fuese de confianza y se permitió descansar por unos minutos.

Minutos que se transformaron en horas para el sueño que estaba teniendo.

Sintió como alguien movía su brazo y se despertó sobresaltado.

—Tae, llevas durmiendo todo el día, ya es hora de que te vayas.

— ¿Qué?

El chico rubio y de lindos hoyuelos le dedicó una sonrisa, extendiendo su mano para ayudarlo a pararse.

—Que vayas a casa y duermas, agradece que soy tu amigo y no pienso hacer que te descuenten el día de hoy, mañana tienes el día libre.

TaeHyung aún adormilado, se acercó para abrazar al mayor, dejando ver como una pequeña sonrisa se formaba en su rostro.

—Gracias, NamJoonie.

Por último, agarró las pocas cosas que tenía en su lugar y salió de la biblioteca, recibiendo el aire fresco de la noche.

Empezó a caminar con paso lento para poder disfrutar del trayecto

Veía con felicidad a todas las personas que estaban en el lugar, teniendo una vida despreocupada y alegre.

Hacía tiempo que no se reunía con sus amigos o familia y salir a hacer cualquier cosa y ya se le antojaba tomar un día así.

La escena que tenía frente a sus ojos parecía ser sacada de una escena de una película, no se sentía en la vida monótona que estaba teniendo, era como si TaeHyung hubiese recuperado esa esencia que tanto le destacaba.

Infló su pecho de aire y miró al cielo.

Una noche como esa le parecía maravillosa.

Bajó nuevamente su rostro y siguió caminando entre las personas.

Se sentía renovado.

Pasaron otros minutos donde el chico parecía sentirse más cómodo con el ambiente familiar que predominaba en las calles de Seúl, tanto así que se paró en un pequeño local para poder tomar algo.

Y al salir de allí, fue como si sueño se hubiese hecho realidad.

Pero solo una parte de ella.

Porque aquellas cartas estaban fuera de su lugar.

—TaeHyung...

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