Puntos sobre las ies.

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—Bebé..., Ramiro despertaba a un adormilado Matías, la noche anterior habían tenido una vigorosa sesión de sexo en el departamento del fotógrafo en donde un rubio vestido con una minifalda le ordenó a Ramiro hacerle una mamada, para después penetrarlo sin piedad hasta la madrugada.

El fotógrafo amaba a ese hombre tan excéntrico... Esa noche Matías le había platicado de cómo su madre a corta edad lo sorprendió usando sus pelucas y tacones.

—Siempre supe que soy gay, ya que mi mirada estaba en los traseros de mis compañeros, confesaba con total honestidad aquel pequeño y temperamental rubio.

—Mi madre nunca me juzgó, nunca me trato mal. A veces la extraño.

La mirada azul de Matías se tornó triste —Siempre lidié con adjetivos agresivos, pero eso no me hacen ser quien soy en realidad, y tú mismo sabes lo desgraciado que puedo ser, —Matías sonreía cínico, pero ahí seguía esa mirada triste instalada en sus preciosos ojos azules.

Ramiro para aligerar el momento comentó, —Me encanta como te vistes y amo tu precioso cabello largo, tomando un mechón lo besó.

—Amo vestirme de manera andrógina y con vestidos, pero al final el que mete la polla soy yo. Matías hablaba sin pudor mientras el fotógrafo fumaba un cigarro.

Matías estaba recostado en un cómodo sofá, sobre las piernas de Ramiro quien bajó la cabeza para pasar el humo a la boca de Matías.

—¿Sabes Maty?, Yo siempre he tenido debilidad por los femboys pero en mi puta vida me imaginé tener a un sexy hombre como tú a mi lado, y sobre todo, uno que no me ha engañado o traicionado con algún novio

Matías se rió, —No está en mi naturaleza traicionar. Los que lo hicieron es porque fueron unos pendejos que solo me dejaron el camino libre contigo.

Matías jaló por la camiseta al fotógrafo atrayéndolo hasta su boca, que sabía a tabaco y eso le encantaba.

Despacio lo besó hasta recorrer con su lengua esa cálida cavidad.

Escuchó a un Ramiro gemir y en su nuca sintió como un bulto se levantaba deseoso.

—Trae tu cámara, ordenó Matías.

El fotógrafo se levantó dolorido a causa de la erección que se imponía.

Minutos después realizó varias tomas con un Matías recostado en el cómodo sillón con los ojos cerrados como si durmiera, el cabello rubio cayendo en mechones, vestido con una playera blanca que pertenecía a Ramiro de los Rolling Stones, le quedaba enorme.

Sus delgadas piernas estaban flexionadas.

Matías abrió los ojos y lo vio ahí parado y su mirada somnolienta quedó capturada en ese lente.

El rubio le señaló con el índice a Ramiro para que este se acercara.

—Desvístete, imperante Matías miraba fijamente como un depredador al que consideraba su deliciosa presa.

Ramiro no tardó en estar desnudo con una flamante erección apuntando a Matías.

Quedando frente al rubio vio como este se sentó no sin antes despojarse de un coqueto bikini femenino, dejando semi oculta por la playera esa erección que tanto enloquecía a Ramiro.

Matías miró al fotógrafo con deseo a los ojos. —Toma todas las fotos que quieras y yo luego tomaré unas.

Y dicho esto engulló aquella polla que le gustaba saborear.

Ramiro amaba a aquel hombre, tan diferente a todos los demás, tan jodidamente sexy.

El fotógrafo pronto se escuchó a sí mismo gimiendo mientras Matías lo chupaba.

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