》🌱《 Albedo

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Albedo, the alchemist

Albedo, the alchemist

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Querida Akame;

Espero que tu estadía en Liyue estea siendo de tu agrado. Aquí, en Monsdtadt todo el mundo habla de lo mucho que te extraña, incluso he oído a Sacarosa decir que echa de menos que merodees por nuestro laboratorio, haciendo mil preguntas sobre la alquimia.

Yo también echo de menos tu presencia, eres lo que más me gusta dibujar. Últimamente mi cuaderno ha estado lleno de meros garabatos sin sentido alguno. Lo bueno es que he avanzado con mi investigación sobre Aether.

Todos en Monsdtadt esperan tu regreso con ansias, eres la mejor herborista que existe. Pero puedo decir que yo soy el que más te extraña. Cuando vuelvas, prometo invitarte a una cena deliciosa.

Te espero con ansias, mi querida Akame.

Firmado: Albedo.

Akame sonrió y apretó la carta contra su pecho, intentando reprimir alguna lágrima que amenazaba con salir. Desde que había emprendido su viaje a Liyue, Albedo le mandaba una carta cada semana. Ella atesoraba esas cartas, son mejor que cualquier reliquia del mundo para ella.

Extrañaba la sensación de estar con el alquimista. Albedo había logrado robarse su corazón, y al parecer el chico estaba empezando a exteriorizar sus sentimientos sin sentirse cohibido por las nuevas sensaciones que el amar a alguien le estaban causando.

Albedo había oído a través de el bardo peliazul que el amor es un bonito sentimiento, que no tiene por qué sentirse sólo como carnal, o romántico. Existe el amor entre compañeros, el que sentía por Sacarosa. El amor entre amigos, entre familiares... Pero sin duda, Albedo sentía el amor especial hacia Akame. Quería protegerla, enseñarla, ayudarla, amarla. Pero no se sentía suficiente para ella.

Al principio, Albedo expresaba sus sentimientos dibujándola, usando a Akame como su musa, intentando ver más allá de su precioso rostro y proporcionado cuerpo; su trasfondo psicológico. Quería plasmar todas sus emociones en el papel, pero se sentía aturdido por sus propios sentimientos y por la mirada de la chica sobre él mientras la dibujaba.

Por otro lado, Akame se había fijado en Albedo cuando viajó por primera vez a Espinadragón. Ella sólo había ido hacia la montaña por las leyendas del corazón de dragón que se ocultaba en las profundidades de la montaña. La chica no había tenido en cuenta el hecho de que en la montaña hace mucho frío, y; a punto de congelarse, se encontró con el campamento de Albedo. Decidió sentarse al lado de una de las fogatas, esperando al dueño de dicho campamento.

Akame extrañaba la sonrisa de Albedo mientras pintaba. Extrañaba la tranquilidad que sentía estando con él. Extraña a Albedo.

La chica se disculpó con Zhongli y salió corriendo de la funeraria. No sabía cuando había desarroyado este sentimiento, pero si no estaba con él sentía que iba a explotar. Quizás tardaba días en regresar a Monsdtadt, pero eso no le importaba. Podía pedirle ayuda a Xiao para llegar cuanto antes, pero tomó el primer carruaje que vio, entregándole mucha mora al conductor, que gustoso aceptó el dinero y emprendió el viaje.

Fueron tres días que valieron la pena.

Casi a la entrada de Monsdtadt, se bajó del transporte. Con toda la adrenalina que había estado acumulando durante el viaje, corrió hacia la ciudad; ignorando a las personas que ya la habían reconocido. Vio el punto de alquimia a lo lejos, y cómo su querido rubio alquimista le enseñaba algo a la peliverde en la mesa.

Akame sonrió, intentó calmarse respirando profundamente, y subió las escaleras hasta llegar allí.

— ¡Es Akame! -dijo Sacarosa con emoción.

Albedo posó su mirada en la recién llegada. Notó como su corazón comenzó a palpitar con rapidez. Habían pasado casi dos meses desde que la chica se había marchado a Liyue, su pueblo natal. Y allí estaba, tan preciosa como siempre, incluso más de lo que es para los ojos del alquimista.

El chico caminó hacia ella. Akame simplemente se abalanzó hacia Albedo, abrazándolo con fuerza, escondiendo su rostro en el pecho del chico.  El rubio correspondió su abrazo, rodeando el cuerpo contrario con sus brazos y con mucho cariño.

— Esperaba con ansia tu regreso, Akame. -susurró él- Vayamos a Levantamiento, quiero enseñarte algo.

— Albedo, te eché muchísimo de menos. Te prometo que no volveré a marcharme durante tanto tiempo. -dijo ella secándose las lágrimas traicioneras que resbalaban por sus mejillas.

— Me alegra escuchar eso.

Albedo tomó la mano de la chica con delicadeza, algo tímido e inseguro; pero ella apretó el agarre, y le sonrió. Con sólo esa sonrisa, el rubio supo que todo estaba bien ahora.

Caminaron en silencio hacia Levantamiento. Fue un paseo agradable para ambos, ya que sentían la calidez del otro a través de la unión de sus manos.

Llegados al lugar, Akame se sentó en una de las escaleras que daban acceso a la estatua de Barbatos. Albedo se arrodilló ante ella, y acarició su rostro con delicadeza.

— Me gustaría poder...besarte ahora mismo. -dijo el chico, provocando un leve sonrojo en Akame.

— Albedo mi vida, lay all your love on me. -dijo ella sonriendo.

El chico juntó sus labios con los de la chica, formando un tímido, suave y lento beso. El esperado beso, que tanto tiempo habían anhelado, y a partir de este, habría muchos más. Todo lo malo es empezar, ¿no?

Se separaron por falta de aire, pero volvieron a juntar sus labios, buscando más de ese cálido roce. Akame rodeó el cuello de Albedo con sus brazos, mientras que el chico dejaba leves caricias por su cintura y rostro.

— Akame, te amo. No sé muy bien como controlar estos sentimientos, es la primera vez que los experimento. -dijo aun sosteniendo el rostro de la chica entre sus manos con suavidad- Pero quiero pasar el resto de mis días contigo, experimentando juntos y dibujándote.

— Cariño. -dijo ella mientras dejaba suaves toques en el rostro del rubio- Yo también te amo. La razón por la que regresé a Monsdtadt eres tú. No aguantaba ni un minuto más estando a miles de kilómetros de ti.

— Me gustaría, que fueras mi familia a partir de ahora. Por favor, déjame amarte y protegerte. Te prometo con mi vida hacerte feliz. -dijo el chico tomando ambas manos de la chica y dejando un suave beso sobre una de ellas.

— Claro que sí, amor. Yo también prometo hacerte feliz y cuidarte. -abrazó al rubio, este correspondió.

El grandioso árbol de Levantamiento acababa de ser testigo de una unión entre dos almas que se aman y se amarán hasta que sus días finalicen.

原神インパクト | genshin impactDonde viven las historias. Descúbrelo ahora