》🌱《 Tartaglia

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Tartaglia, the 11th Fatui Harbinger

Akame había nacido en la aldea Chingsté, en un ambiente rodeado de naturaleza. Quizás lo que la impulsó a estudiar la medicina de la herboristería y floristería fue eso mismo. Siendo una adolescente, se mudó a Liyue, y allí abrió su propia tienda de flores y medicamentos hechos por ella misma.

Un día, se encontraba por los campos de Liyue recolectando algunas flores con propiedades especiales que el dueño de la farmacia Bubu le había recomendado coger, ya que en esa época del año era donde sus propiedades medicinales eran mayores.

No pudo seguir con su tarea cuando vio a cierto pelirrojo, caminando muy lentamente, con una de sus manos en su costado, haciendo presión en una herida, que parecía muy profunda. La chica corrió en su ayuda. Tartaglia no la conocía de nada, pero estaba demasiado débil como para poner alguna queja ante los actos de Akame. Esta le ordenó que se tumbara en el suelo y que destapase su herida.
El chico se levantó la camisa, dejando ver en el costado de su pecho una herida muy profunda. Cualquier otra persona se habría desmayado, pero Akame no era cualquiera. Limpió la herida con agua mezclada con flores. Tartaglia se quejó, le escocía la herida; pero Akame logró tranquilizarlo con unas cuantas palabras y una suave caricia en su rostro.

- Aguanta un poco más, ya casi está. -dijo ella casi en un susurro, mientras pasaba con delicadeza su mano por la mejilla del pelirrojo.

Colocó un par de vendas empapadas con un mejunje de flores y hierbas; terminando de tapar la herida con éxito.

- ¿Cómo se llama, señorita? -preguntó él dolorido.

- Akame. -respondió ella, mientras guardaba sus cosas.

- Puedo ser el peor villano del mundo, y me ha ayudado, señorita. -dijo él con un tono de burla.

- Da igual quien seas, mi trabajo es ayudar a la gente herida a curarse. -dijo ella con un semblante serio, él chico quedó embelesado.

Tartaglia no tuvo la oportunidad de observar con detalle el rostro de su salvadora, ya que mientras ella hacía su trabajo, él apretaba sus ojos intentando no gritar del dolor. Akame tiene ojos color esmeralda, su pelo rubio, liso y fino ondeaba con el viento, su nariz pequeña y respingona estaba decorada con pequeñas pecas y un leve tono rosado acompañaba sus mejillas. Sus labios, Childe los veía como una fresa. Casi en un impulso, el chico acarició con su dedo la mejilla de la chica. Akame se sorprendió ante el acto del no tan desconocido pelirrojo.

- Perdón, tenías una mancha. -dijo él intentando disimular el verdadero propósito de su roce.

- Gracias. -ella sonrió sin enseñar los dientes- No vas a poder caminar bien, y cerca de aquí no hay ningún pueblo. Vamos a tener que acampar aquí, y mañana temprano saldremos hacia Liyue.

- Señorita, creo que ya me encuentro mejor, no hace fal-

- Yo montaré guardia por la noche, tú deberías descansar. Ahora te preparo una sopa, te ayudará a dormir mejor.

Akame no pensaba dejar a Tartaglia sólo. Estaba herido de gravedad, y su presencia le había agradado, puede que más de lo usual.

Bajo la atenta mirada del pelirrojo, la chica montó una tienda de campaña, encendió varias fogatas y cocinó varios platos de sopa.

- Toma. -dijo ella dándole el plato a Tartaglia- Te vendrá bien tomar esto, se curará la herida más rápido.

- Pero, si se me cura rápido no podré estar tanto tiempo contigo. -dijo el chico guiñando un ojo. La chica rodó los ojos y le dio el plato de sopa.

- Vivo en Liyue, tengo una tienda de medicamentos caseros allí. Puedes pasarte a verme cuando quieras. -dijo ella intentando ocultar un sonrojo.

- Por cierto, puedes llamarme Childe; girlie.

- Sé quien eres, sueles estar con el maestro Zhongli. -el chico se sorprendió.

La noche ya había caído. El cielo se había tintado de un oscuro azul marino. Las estrellas se podían ver con claridad, y la luna llena iluminaba el cielo. Akame se tumbó en su saco de dormir a observar las estrellas. Notó que Tartaglia se tumbó a su lado.

- Me gustaría conocerte más. -dijo el chico, rompiendo el agradable silencio que se había formado- ¿Aceptarías que te invite a una comida cuando volvamos a Liyue? En compensación por tus cuidados, digo.

- Claro, por qué no. -dijo ella sonriendo- Si no me invitabas tú tendría que invitarte yo, pero para revisar tu herida. Quiero asegurarme de que quede bien curada.

- Te preocupas mucho por mi y mi herida y ni siquiera sabes cómo soy. ¿Por qué eres tan confiada?

- Childe, si desconfiara de todo el mundo no curaría a nadie.

Tartaglia observó el perfil de la chica. Sin duda su belleza es extraordinaria. Nadie pensaría al verla por primera vez, que se dedica a la medicina.

- Deberías descansar. -dijo ella poniendo una manta sobre el chico, tapándolo del frío de la noche.

- Tú también. Has trabajado muy duro hoy.

- Haré guardia, por si acaso nos atacan o algo. -dijo Akame frotándose los brazos intentando darse calor en ellos.

- Tranquila, nadie nos va a atacar. -dijo él haciéndose a un lado- Ven, ponte aquí. Sé que solo hay una manta, supongo que no te importará compartirla...

Akame alzó una ceja. Ese Childe era muy confiado, pero decidió hacerle caso y descansar, además de resguardarse del frío. Al principio, intentó dejar una distancia prudente entre ella y el chico, pero al sentir el calor corporal que desprendía el pelirrojo; casi en un instinto se apegó a él, buscando cobijo y esa calidez que necesitaba.

La chica se acurrucó disimuladamente en el pecho de Tartaglia, haciéndose la dormida para que el chico no se burlase de ella. Al contrario, Childe pasó su brazo sano alrededor de la figura de la chica, juntándola más a él. Tartaglia sintió la fría piel de Akame rozar sus dedos, y quiso darle algo de calor. Por la llegada de la época más gélida del año, las noches eran cada vez más frías.

- Muchas gracias por ayudarme, Akame. -susurró Tartaglia- Pero a partir de ahora seré yo el que te cuide.

Y Tartaglia se durmió con una sonrisa en su rostro, dejando a una Akame sonrojada y con ganas de gritar por lo que había dicho aquel no tan desconocido pelirrojo.

原神インパクト | genshin impactDonde viven las historias. Descúbrelo ahora