albino corrompido

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- ¿ Jefe necesita algo? — preguntó un asustado albino.

- Si, necesito que acabes con una organización que ha estado intentando robar nuestras mercancías, su guarida sitúa en uno de los garajes abandonados del puerto. Lo necesito todo acabado y recogido para las 2:00 ¿entendido?.

- Si — el albino se fue de la sala con un rostro inexpresivo y se dirigió al lugar encomendado para realizar su misión.

- Osamu, no crees que estás siendo muy blando con el niño? Así no va a mejorar si le mandas misiones ridículas, hace tiempo que no lo torturas y se está relajando bastante por culpa de esa niña.

- Todo lo contrario, esa niña es perfecta para manipular a Atsushi lo que pasa es que como eres un tsundere celoso no te das cuenta.

Ante eso el pelirrojo le pegó un puñetazo al castaño y se fue sonrojado de la habitación. Dazai, en cambio, de dispuso a llamar por teléfono a cierta persona...

Mientras tanto, Atsushi iba de comino a su misión, apenas podía andar de lo cansado que estaba y se mareaba pero no podía contradecir una orden de Dazai ya que si no podrían herir a Kyouka, una dulce chica que vuelve a estar en las garras de la mafia por culpa de Atsushi, o así lo pensaba él.

Tan sumergido se encontraba en sus pensamientos y en la resistencia por no dormirse o desmayarse que se chocó con alguien.

- Disculpe. – dijo el albino sin mirar a la persona con la que chocó.

- .......

Sin importarle mucho que se quedara callado siguió su camino hacia el puerto para poder terminar ya su misión y descansar.

Al terminar, el albino se dirigió otra vez a la base de la port mafia para poder ver a Kyouka, que la tenían encerrada en las mazmorras, pero al llegar a la base se encontró con Chuuya quieto en la puerta, con aura amenazadora y como si lo estuviese esperando. Atsushi, siendo sincero, estaba más que asustado, no era la primera vez que Chuuya estaba así y solía pagarlo con él, imponiéndole a cientos de inimaginables torturas, incluso unas cuantas veces pudo llegar a tocar su propio corazón directamente. Todo eso se debía a la capacidad de regeneración de su habilidad, no llegando a ser inmortal pero mientras que no se dañase su corazón hacían de todo con él.

- Ven. – Chuuya ni le dirigió la mirada, solo se fue de donde estaba para dirigirse a lo que seguramente sería la sala de torturas.

Sin decir nada Atsushi simplemente le siguió aguantando las ganas de llorar, no podía ni permitirse aquello, él lo odiaba, odiaba a la port mafia, a Dazai por recogerlo de la calle y llevarlo a ese infierno, a Chuuya por las constantes torturas para aliviar su temperamento, a su habilidad por ser la causante de muchas cosas pero sobre todo a si mismo por no poder aguantar las lágrimas cuando le van a torturar, por no poder proteger a la única persona que quería en aquel infierno, por tener que matar inocentes para que él solo no tuviese que aguantar más torturas durante un tiempo y por no tener el valor de decir que no e irse de aquella pesadilla como lo hizo una vez su amiga.

Sin darse cuenta de a donde iba, había llegado hasta la puerta de la oficina de Dazai, supuestamente debería haber ido a la sala de torturas pero por una vez Chuuya no lo guió ahí.

- Espera aquí mocoso, no creas que me agrada la idea de tener que traerte aquí otra vez, si fuera por mí ahora mismo estarías sin voz y rodeado de tu propia sangre pero Osamu dice que te necesita así que haz tu maldito trabajo si no quieres que esa niña llamada Kyouka sufra más.

El albino asintió con los ojos muertos, estaba llegando a su límite de no dormir y temía desmayarse en frente de Dazai. Tocó unas veces en la puerta y entró sin más. En su interior se encontraban dos perdonas, una era Dazai pero la otra le sorprendió no saber quien era.

La salvación de un alma corrompida // Bungou Stray DogsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora