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Que incómodo.
Aomine sabía que en la vida siempre había momentos duros, y los momentos duros formaban el carácter. Fue gracias a esos momentos que es la persona tan orgullosa y obstinada que es hoy en día.
Lastima que la vida no se encargará también de prepararlo para estás situaciones y advertirlo de paso sobre las mujeres, y no pueden culparlo paso toda su vida excluido de ciertas cosas, solo conocía a su Mai chan y estaba seguro de que ella no era para nada igual a los dos Titanes que tenía enfrente ahora mismo.
No quería siquiera respirar, sentía que si hacía un movimiento brusco toda la ira del cielo caería en el y está vez, no podría decir su aclamada frase porque en definitiva lo iban a vencer, no más que eso lo iban a acabar.
- ¡Eres una mocosa tan imprudente, como te atreves a asustar a tu madre de ese modo! Y eso no es lo peor ¿crees que es fácil para mí ver a mi hija casi muerta?
- No tienes porqué exagerar, estoy bien ¿ves? ¡No tenías porque llamarlo a él! ¿de que serviría?
- ¡Porque él se preocupa por ti y lo sabes, no tienes que ser tan egoísta, nunca piensas en lo que pueden ocasionar tus acciones! - (Nombre) vio como los ojos de su madre se volvían cada vez más rojos y transparentes.
- No te atrevas.
Sí se atrevio...
Y ahí va el llanto.
No era justo, su madre sabía que era débil ante ella si lloraba, es su mejor arma y la está usando en un momento realmente critico, no quería ceder, pero al final no pudo, termino perdonando y pidiendo perdón a su madre para darle un gran abrazo calmando la.
Mientras, Aomine solo dedicaba a ver cómo la mayor tenía una cara de victoria en su rostro y si bien no entendió nada de la conversación reconoció que la Victoria la obtuvo la madre de su salvadora.
La puerta sonó y enseguida vieron entrar a Kuroko con Natsuo cogido de su mano y lleno de comida en sus mejillas, se veía adorable, Claro eso es lo que pensaría cualquier persona, pero para Aomine no, no le gustaban lo niños, y eso no quiere decir que lo alejaría o hablaría mal, solo no entendía la afición de algunas personas con ellos, sueltan mocos, lloran, y siempre quieren jugar. En definitiva no entendía como la gente los adoraba.
- Mamá!! Ne - san!!!
El pequeño corrió hacia su madre para luego dar un pequeño brinco y rodear el cuello de la mayor con sus bracitos llenos de tierra.
- Natsuo bajate, me estás ensuciando con tierra ¿otra vez volviste a jugar con los cachorros del vecino? - separó al niño de cuerpo pero no lo bajo, lo mantuvo frente a ella en sus brazos y solo se fue subiendo las escaleras con el pequeño contándole como los cachorros estaban más grandes y mordian muchísimo. Casi pareciera como si la conversación que estaba sucediendo nunca hubiera pasado por lo tranquila que se veía la mujer.
(Nombre) por el contrario solo sentó al lado de Aomine y reposo su cabeza en el hombro del menor.
- No puedo con ella, Aomine necesito cariño, dame cariño - casi podía ver cómo soltaba algunas lágrimas falsas mientras se ponía más pegajosa.
- No eres una niña y quitate de encima - sus palabras fueron duras pero no hizo nada para quitarla, solo volteo su sonrojado rostro para no pasar vergüenzas.
Esta chica enserio que no sabía sobre el espacio personal solo pasaron unas horas y ya actúa como si lo conociera de toda la vida. Le molestaba.
No...
No le molestaba... Le incomodaba, porque nunca en su vida había recibido cariño de alguien, nunca, y los comportamientos de la chica eran tan sorpresivos e inesperados que lograban que se avergonzara con nada y eso sí le molestaba, no quería verse como un puberto con hormonas alborotadas.
Mientras, el pelo azul solo dedico a ver la escena con gracia, (Nombre) era sin duda alguien muy eufórica y peculiar, no cualquiera se acerca a un híbrido de especie salvaje a solo unas pocas horas de conocerlo, pero no había que olvidar que Aomine la salva a ella y a Kuroko de lo que pudo ser un mal día y tal vez una mala vida, entonces se retracta, si puede entender porque ella actúa así, y aún que el no fuera tan cercano al moreno también debía agradecerle.
Así se acercó y se sentó en el lado contrario de Aomine dejándolo en medio de una latosa chica y un callado e incómodo silencio de ojos azules y orejas esponjosas.
- Gracias. - Kuroko se inclinó un poco y puso de igual forma su cabeza en el hombro del felino.
Aomine puso una cara de asco mezclada con terror - Oi, si vas a decirlo no actúes raro, me pones los pelos de punta. - porque una cosa era (Nombre) que era chica y otra muy diferente era el más bajo que aún que era lindo no cambiaba sus gustos por los pechos grandes. Y no, no por decir que era lindo significa que se sintió levemente atraído, solo fue un pensamiento fugaz que o altera para nada su interior, le gustaban la mujeres y punto.
- Claro, lo tendré en cuenta. - Kuroko solo sonrió un poco levantado su cabeza para volver a su posición inicial.
- AH!!! Tetsu - Kun!!! Dame cariños a mí también!!! - solo vio borroso y para cuando reacciono la mayor estaba encima de el restregando su rostro en su pecho como un perrito que busca cariños, ese le causó risa porque el perro ahí era el.
- Deja de molestar a los demás y más bien cuenta que hablabas tanto con tu madre - Aomine la agarro por el cuello de su camisa levantado la y por consecuente alejándola de su amado tetsu - Kun.
- ¡¡¡Tú solo eres un envidioso que no quiere compartir a tetsu - Kun!!! - empezó a forcejear para liberarse y volver con el híbrido de Husky pero vamos, estaba compitiendo contra alguien de fuerza sobre humana y uno ochenta de estatura, esa batalla estaba más perdida que sus ganas de hablar sobre la discusión con su madre.
- Está bien, está bien... Hablaré, pero ¡¡bájame bruto!!
Y cayó. Literalmente Aomine solo la soltó dejando que su preciosa cara terminar contra el suelo sin un poco de compasión.
- ¡Eres un idiota! ¡Cómo puedes dejar caer a una dama así! En definitiva no tienes corazón.
- ¿Una dama? ¿Dónde? Yo solo veo una mocosa con una fea nariz - hablo socarronamente mientras se cruzaba de brazos y volvía a sentarse.
- Te odio. - soltó unas lagrimitas mientras se sonaba la nariz y se sentaba en el suelo. - está bien ¿querías saber que tanto discutía? pues te diré, que la discusión con mi madre se debe a una nube negra de problemas con nombre y apellido.
- Los cuales son... - hizo un ademán con su mano para que prosiguiera.
- Kise Ryota.