CENÍZAS DE AQUEL INCENDIO

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Pasa,
te invito a mi vida,
le dije con una sonrisa
de oreja a oreja.
Entró obediente con una botella de vino
como buen invitado.

El tímido y yo una chica fría
esa fue nuestra carta de presentación.

Todavía quedan restos de cenizas
del incendio de aquella tarde.
Todavía recuerdo el reguero de besos
desde el pecho hasta su ombligo.

Todavía...

Recuerdo el calor de sus clavículas,
entre mis piernas.

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