duplicity [h.s]

66

Aven Brooks          

"Si supieras lo que he hecho, no estarías aquí conmigo ahora mismo".                  

Mirando el techo muy cercano de la litera de la gira, mi mente solo vagó hasta anoche. Las vibraciones debajo de mí eran el resultado del autobús que cruzaba la carretera, acompañado de un pequeño zumbido. Íbamos de camino a Atlanta, muy lejos de Miami Beach. Llevo dormida al menos unas horas, deben haber sido alrededor de las diez.                 

Inclino mi cabeza para que caiga hacia la izquierda, mirando a Harry apretado a mi lado en esta litera delgada. Actualmente estaba en el autobús de la banda, él me coló aquí cuando estaba medio dormida. Apenas recuerdo el viaje desde su apartamento a esta litera, pero recuerdo que me coló aquí y nos metió a los dos en la misma cama sin que los demás se dieran cuenta. No creo que ni siquiera sepan que estoy aquí detrás de la cortina con Harry.

Lo que hice anoche debió haberlo tocado, tocado lo suficiente como para compartir una litera conmigo. No sé si fue lo que dije sobre el piano o que lo sostuve para dormir fue lo que lo hizo.

He notado que tiende a dormir con la mejilla aplastada contra una almohada, lo que hace que sus labios se frunzan un poco. Estaba acostado de costado debido al poco espacio, frente a mí con una mano en mi estómago. Respira silenciosamente cuando está en reposo, a veces te preguntas si todavía está vivo.

He estado despierta durante unos veinte minutos, sabiendo que no me volvería a quedar dormida. Recostarse en un silencio sepulcral sin nadie con quien hablar obliga a tu mente a pensar en las cosas en las que no necesariamente quieres pensar. Hoy fue todo lo que pasó anoche, la parte en la que me dijo que había lastimado a tanta gente. Mi cerebro me estaba obligando a reciclar la información una y otra vez hasta que hice algo al respecto. Sé que algún día me hablaría de esas víctimas, pero no podía dejar de pensar en eso. Él mismo lo dijo, yo no estaría aquí si supiera lo que ha hecho. Esa frase es suficiente para hacer pensar a cualquiera. Y aunque dijo esas palabras en un tono de pesar, todavía no cambia el hecho de que las hizo. Lo que sea que me esté ocultando es algo que necesito saber tarde o temprano.

Mirando su sueño pacífico, me vuelvo gentilmente a mi lado para enfrentarlo. Mi mano empuja delicadamente su cabello desordenado hacia atrás, las uñas se deslizan suavemente contra su cuero cabelludo. El toque inmediato lo hizo reprimir un gruñido y acercarme más a él. Mi cuerpo se desplaza contra el suyo, los pechos juntos mientras su frente se hunde contra mi garganta. Mi barbilla descansa sobre su cabeza, su mano sosteniendo mi espalda baja. Dejé que una pequeña sonrisa se enroscara en mi rostro por su gesto inconsciente, mi mano frotando el costado de su cabeza. 

El calor de su cuerpo me mantuvo caliente, una exhalación se estrelló contra mi clavícula. Cerré los ojos por un segundo mientras él me acariciaba como si fuera un animal de peluche, frotándose la parte posterior de su cabeza. 

No podía dejar de pensar en eso, ¿por qué no puedo parar? 

No quería, pero me alejo de él con suavidad. Sus ojos se pellizcan cuando siente que me escapo de su agarre, demasiado noqueado para protestar. Me aparto de él, apartando lentamente la cortina para poder levantarme. Al segundo que tuvo más espacio en la cama, se desplomó sobre su estómago. Como un niño, sus brazos estaban junto a su cabeza, extendiéndose sobre la litera y en puños. Me río entre dientes y me pongo de pie con un pequeño salto. Una vez de pie en el pasillo oscuro entre las camas, cerré la cortina en silencio. 

Camino hacia la sala común, presionando el botón verde brillante para que se abra. La luz natural de las ventanas invadió mis ojos ciegos, haciéndome entrecerrar los ojos y taparlos. Entro en el salón insonorizado y cierro la puerta detrás de mí para quedarme completamente solo.