3. Tienda

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Los ojos de Mikasa no se apartan de su reflejo ilustrado en el espejo posterior a acabar de secar su rostro con una toalla. Intentó analizarse un poco. Apoyándose con ayuda de sus manos en el lavabo, se acerca al gran trozo de vidrio.

«Tú decides quién quieres ser »

La voz de Kiyomi se adueña de su mente. ¿Quién quería ser? Parecía una pregunta fácil para cualquier otra persona, sin embargo, ella no era cualquier persona. Sentía que había algo más que debía averiguar antes de llegar a la añorada respuesta.

"¿Quién soy? " Recitó firme en su mente, como si esta fuera una persona que buscara interrogarla.

—Soy Mikasa Ackerman —respondió—. Soldado de la legión de reconocimiento, mi deber es proteger a Eren Jaeger y cuidar a Armin Arlet...

Se detiene al notar una lágrima caer suavemente por su mejilla.

—No...

Incorrecto. Ella dejó de ser una soldado hace tres años, ya no tenía quince años ni mucho menos diecinueve. Eren ya no necesitaba protección por el simple hecho de que ya no estaba a su lado, se había ido para siempre. Y Armin... Armin tampoco la necesitaba, él siguió adelante sin ella.

Dirige su vista al vendaje de su muñeca, vendaje que acaricia suavemente.

—¿Quién soy?

Suspirando pesadamente, toma sus prendas y termina de vestirse. Necesitaba aire fresco.

(***)

El viento acaricia bruscamente sus largos cabellos, lo que hace que se aferre a su bufanda por instinto. Camina por el largo tramo de la entrada hasta llegar al final, ahí el camino se dividía en dos; uno iba en dirección al centro de la ciudad y el otro conducía a las montañas.

Su decisión parecía ser bastante obvia, sin embargo, un recuerdo no muy lejano llega inesperadamente a su cabeza.

«Ten. Ve ahí cuando lo necesites »

La dirección que le dio el capitán Levi.

Aún la recordaba, aunque no tenía conocimiento sobre con qué clase de cosas se encontraría ahí.

La curiosidad le ganaba cada vez más. Si su ex-superior le ofreció aquel trozo de papel fue porque su estado no era grato —tampoco se sentía de esa manera— y le haría bien. A final de cuentas, él siempre se preocupaba por los que alguna vez fueron sus subordinados.

—Confiaré una vez más en su juicio, señor.

(***)

Su ceño se frunce al llegar. Era un edificio de tres pisos y el primero era un local que tenía poco tiempo de haber abierto, que, por su letrero a medio pintar, parecía que sería una tienda de té.

La puerta estaba abierta, pero el interior oscuro. ¿Qué pensaba él capitán?

A pasos sigilosos, ingresa al lugar musitando unos cuantos "hola" y "¿Capitán? " Sin obtener respuesta. Además de tener poca luz, el lugar se encontraba sucio. ¿Por qué el hombre más limpio del mundo la enviaría a un lugar así?

Unas tablas caer y una voz vociferando "¡Aún no atendemos! " Provoca que dirija una mano a su pecho debido al susto.

—¿Onyankopon?

—¿Sí? —el robusto hombre salió de la parte trasera de una montaña de cajas con el ceño fruncido. Al verla, este se relajó—. ¿Mikasa? —sus ojos se ensancharon—. ¡Mikasa! No esperaba verla por aquí.

𝑺𝒕𝒂𝒚 𝑾𝒊𝒕𝒉 𝑴𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora