19. Bienvenida

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Grandes corrientes de sudor se deslizan por su rostro y cuello, humedeciendo la parte superior de su liso camisón. Alguien la cargaba, pero el dolor era agudo e insoportable, tanto, que no podía descifrar quien era.

(***)

« —Levi —llamó en voz baja, paseando su dedo índice por el amplio y fuerte pecho desnudo. Su cabeza se hallaba apoyada sobre este.

—¿Mhmm?

Los ojos del mayor se encuentran cerrados. Su respiración pausada y su semblante relajado, evidenciaban la alta cantidad de agotamiento que consume su cuerpo. La noche de luna de miel, no fue corta.

Aun así, su vaga respuesta, fue el aval que necesitaba para continuar.»

(***)

Siente como su espalda se presiona sobre algo cómodo. Un colchón. Ese aroma. ¡Su cama! logra descifrar. Entre los ruidos que salen de su boca, su nublada visión, alcanza a enfocar quiénes se encontraban ahí con ella. Gabi, Falco, Onyankopon, el doctor Thompson junto a su esposa y Levi.

Sus orbes se cierran ante el curioso dejavú y el agudo malestar.

(***)

«—¿No has pensado... Alguna vez... en cómo los llamaremos? A los bebés, quiero decir.

—Todavía no sabemos que serán —respondió, largo rato después, removiéndose, tratando de mantener la repentina conversación.

—¿Algo en mente? —averiguó, acomodando la blanca sábana que cubría su cuerpo del frío y la desnudez.

—No... No lo sé. Siendo honesto, dos niños, dos niñas, uno y uno... No importa. Los cuidaremos sin importar que.

Esa frase genuina, hace que las comisuras de sus labios se eleven en una sonrisa.»

(***)

—Mikasa, respire profundo, ¿Sí? Intente tranquilizarse. Sea fuerte —reconoció la voz del veterano doctor.

—Señorita Mikasa, no se preocupe. Nosotros la ayudaremos y...

Mas la voz de Falco se siente cada vez más lejana. El dolor era tan agudo y punzante. Sus piernas abiertas, en posición. Ya venían.

(***)

«—Eso último me gustó —musitó, apegándose más al calor que emanaba su cuerpo.

—¿Qué? —sus ojos ya se encontraban abiertos.

—Un niño y una niña —levantó su mirada para toparse con la suya—. Sería lindo, ¿no lo crees?

Levi medita sus palabras antes de asentir lentamente. La sola idea de imaginar a una parejita de hermanos del sexo opuesto cuidándose y acompañándose, se le hacía hasta cierto punto, tierna. No admitiría en palabras ese hecho.

—Sí —dijo al final—. Sí lo sería.»

(***)

Una mano cerrándose contra la suya no disminuye las constantes punzadas que siente, empero, si provoca que sus nervios y temores se dispersen un poco. Él. Sólo él. Él único que poseía aquel don; El de calmarla y de poner sus pies sobre la tierra.

—Levi —jadeó, con respiración pesada—. Duele, duele mucho.

—Tranquila —sus dedos acariciaron suavemente su frente. El frío de la prótesis, erizó su piel—. Estoy contigo.

𝑺𝒕𝒂𝒚 𝑾𝒊𝒕𝒉 𝑴𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora