7. Costumbre

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"—Siempre he deseado algo así —murmuró ella—. Era como un sueño.

—Entiendo —es su respuesta, luego de tomar un sorbo de su té—. ¿Y ahora?

—¿Ahora? —ladeó su cabeza— Yo... No lo sé. No lo sé del todo, quiero decir.

—Aún eres joven —comentó al pasar de unos minutos—. No hay muros, ni titanes, nada que te impida averiguarlo.

Ella asiente y vuelve a llevar la taza a sus labios."

Esa fue toda su conversación. El viento, la panorámica del sol ocultándose y la curiosa sensación de comodidad, lograron que el té de ese día se sintiera extremadamente bien.

Eso la instó a acompañarlo el día siguiente.

Y el siguiente.

Y el siguiente a ese.

Visitar al capitán poco a poco fue haciendo parte de su rutina. A él no parecía molestarle su presencia y si era así, no lo demostraba.

Posterior a dejarlo en el lugar que siempre le indicaba, se iba a explorar los alrededores. Descubrió sus plantaciones de té, los polluelos que tenía en el patio trasero, los diferentes colores de las mariposas que volaban cerca de su huerto, los distintos tipos de flores, la tranquilidad del bosque y su sueño.

Lo había reconocido; quería descansar.

Ya no deseaba arriesgar su vida, ni lastimar a otros, ni tener un dilema interno cuestionándose si el mañana sería mejor, ni mucho menos llorar. Sólo quería sentarse, ver el atardecer o las estrellas y tener una vida tranquila. Quería ser una persona normal, como la Mikasa ackerman de nueve años que todavía vivía con sus padres.

Huele la flor que sostenía con sus manos mientras una sonrisa amenazaba con dibujarse en sus labios. El peso que tanto aprisionaba sus hombros y pecho por fin desapareció.

Lo logró.

Y rio, rio por darse cuenta que no todo estaba perdido, que aún tenía una oportunidad de crear su propio camino, que el tiempo no había acabado todavía.

Sí, podría reivindicarse.

(***)

Levi detiene la limpieza que le propiciaba a las ventanas para fijar su atención en ella. Le pareció raro el verla carcajear en el jardín con la sola compañía de unas flores en la mano. Y si bien era extraño, esa mera sonrisa fue suficiente para ablandar su corazón.

¿Acaso en algún momento la vio de esa manera o imaginó hacerlo luego de todo el desastre que vivieron? ¿Tan alegre y satisfecha? ¿Tan simpática y risueña?

El tenerla cerca todos los días desde las mañanas hasta la tardes, no era incómodo, chocante o anormal, al contrario, era reconfortante y cálido, porque la soledad que albergaba su corazón al no tener a sus amigos y camaradas nunca más a su lado, no era tan abrumadora.

Entonces, ¿era cierto lo que dijo ese mocoso aquella vez?

"—Bastardo estúpido —gruñó, de pie junto al muchacho—. Si mi pierna estuviera sana, te golpearía tan fuerte hasta sacarte esos asquerosos dientes.

Los ojos de Eren se exaltaron ante sus frías y amenazantes palabras, mas no tardaron en entrecerrarse junto a una sonrisa ladina.

Al menos, hay algunas cosas que no cambian, ¿verdad, capitán? —dijo, en tono nostálgico. Levi lo miró indiferente antes de soltar un "tch" de mala gana—. Capitán, ¿puedo pedirle algo?

𝑺𝒕𝒂𝒚 𝑾𝒊𝒕𝒉 𝑴𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora