Jimin ama a Jungkook. Jimin es ignorado a pesar de vivir juntos. No comprende el porqué de la indiferencia. ¿Por qué no puede salir de casa? ¿Por qué no puede tocarlo? ¿Por qué sus palabras no son escuchadas? ¿Por qué no recuerda nada?
¿Prevalecerá...
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—Buenos días, cariño —saludo como cada mañana al despertar y verte a mi lado. Nuevamente me ignoras.
Algo anda mal. ¿Qué es esta sensación de deja vu? Continúo sin recordar el momento en que inició nuestra situación actual; tampoco recuerdo lo que sucedió ayer. Tengo el presentimiento de que olvido algo importante, ¿qué es?
Te veo levantarte sin pronunciar palabra. Tu expresión triste hace que me sienta terrible, pero no puedo hacer nada para ayudarte. Si ni siquiera me prestas atención, ¿cómo podría hacer que me cuentes el origen de tus pesares? Me pregunto cómo te sentirás. ¿Extrañas mis abrazos, mis besos…, mis caricias? Si lo haces, aquí estoy, solo tienes que mirarme. ¿Puedes verme? No, no lo haces. Tu ignorancia cala cada vez más profundo en el creciente agujero de mi corazón.
—Buenos días, señor. —Te escucho contestar el teléfono—. Lo siento mucho, me retrasé, enseguida salgo para el aeropuerto. —Al parecer tienes que viajar hoy.
Cuelgas la llamada, corres a tu clóset y te vistes a gran velocidad. Peinas tu cabello; ha crecido mucho desde la última vez que lo acaricié. Te rocías el perfume que te regalé en nuestro aniversario y bajas las escaleras para dirigirte a la salida. Yo bajo detrás de ti, pero no notas mi presencia. Miras hacia mi dirección y en tus labios aparece una sonrisa melancólica. Mi corazón se desboca con solo pensar que podrías estar sonriéndome, que podrías estarme observando.
—Qué tengas buen día. —Verte cerrar la puerta con tus ojos apagados, sin darme una respuesta, es la muestra fehaciente de que sigues igual. Sigues ignorándome y yo sin saber el porqué.
Lo que parece ser un recuerdo se instaura en mi cabeza. En él te veo arrastrándome por las escaleras mientras te suplico que me perdones.
—Lo lamento, no lo volveré a hacer. —Esa frase escapa inconscientemente de mis labios, causándome una jaqueca terrible.
Caigo al suelo sosteniéndome la cabeza con ambas manos. El dolor es tan fuerte que me hace quedar inconsciente, nuevamente solo.
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