Cap. 2

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Harry regreso a Grimmuald Place después de una extenuante misión, subió las escaleras a paso lento hasta su cuarto y se arrojo cual peso muerto a su cama.

Durmió durante doce horas seguidas y habría seguido durmiendo si no fuese que su vejiga amenazaba con explotar en cualquier momento, se levantó y caminó presuroso hasta el baño para hacer lo que tenia que hacer.

Luego de atender el llamado de la naturaleza, se dio un baño y se coloco ropa limpia. Se dirigia a su estudio cuando recordo que había quedado con los Weasley para almorzar, pero al convocar un Tempus ya eran más de las dos de la tarde, así que decidió enviarle una carta a Ron disculpandose por no asistir.

Reviso algunos expedientes y pergaminos -no le gustaba que se le amontonara el papaleo- antes de escribir la carta para su amigo y suspiró con frustración al ver a la lechuza partir rumbo a la Madriguera.

No habia tenido tiempo de ver a su familia debido a que su trabajo como auror consumía la mayor parte de su tiempo y energía.

Hermione y Ron ya lo habian regañado anteriormente por exederse y no cuidarse como debería, pero simplemente no podia. Era un Gryffindor después de todo, el peligro era parte de su naturaleza y ellos deberian de entenderlo.

Sin embargo las cosas cambiaron un poco durante estos ultimos años posteriores a la guerra y ya no eran los mismos leones que actuaban antes de pensar.

Ron era Auror al igual que él, pero no siempre concidian en las misiones, Hermione trabajaba por los derechos de las criaturas mágicas y pocas veces se encontraban en los pasillos del ministerio, Ginny era jugadora profesional de Quiddich y George estaba ocupado encargandose de su tienda, lo cual hacia casi imposible que se vieran de no ser por las reuniones en la Madriguera.

Pero pese a todas las complicaciones seguian siendo amigos y sobre todo una familia, aún que no se vieran con tanta frecuencia como antes.

Muchos pensarian que no deberia de sentirse tan solo teniendo a todos los Weasley y a Hermione a su lado, sin embargo así se sentia. No lo entendía, pero ese vacio que desde niño lo acompañaba seguia ahí y no parecia poder ser llenado por nadie hasta el momento, era desesperante.

Sacudió la cabeza para alejar todos esos pensamientos que lo abrumaba, tomó su abrigo que estaba sobre el sofá, caminó hasta la chimenea y agarro un puñado de polvos flu, listo para visitar a Teddy, ya que por lo antes mencionado no había podido pasar tiempo con él.

No es que a los Weasley les molestara que llegara tarde a la reunion -era normal que fuera impuntual-, solo que hoy tenia una extraña necesidad de ver a su ahijado.



Al salir de la chimenea de Andrómeda se sacudió los residuos de ollin de su ropa y antes de girar a buscar a su sobrino sintió un peso sobre su pierna derecha.

—¡Padlino! —gritó el niño mirándolo con una gran sonrisa mientras abrazaba su pierna.

Harry parpadeo un par de veces antes de reaccionar y cargar al niño. Siempre que venia de visita Teddy lo recibía con un nuevo aspecto, pero esto era diferente, le recordaba a cierto ex-compañero de colegio, el cual fue un fastidio durante su estadía en Hogwarts.

—Teddy, ¿y ese color de cabello? —preguntó sin poder evitarlo.

—¿Te guta? —dijo con una gran sonrisa el infante —Es lindo, ¿no?

—Sí. —respondió el pelinegro un tanto inseguro.

—¡Mida eto! —pidió y tras un pestañeo sus ojos eran de plata liquida.

El Favorito de Teddy. [Harco] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora