Eso que un día pensé que no ocurriría.
Hoy llega sin previo aviso.
Tal vez, pensé que si sabía que llegaría,
me habría preparado.
Pero nunca me imaginé que estuviera aquí tan pronto.
Hoy el mundo se derrumba encima mió, arrabatandome todo lo que alguna vez me perteneció.
Ya nada me queda.
Las ganas de seguir en éste mundo, poco a poco van discipando como la niebla.
Tal vez mi mayor problema no sea las ganas de conocer la muerte.
Tampoco dormir cada día con la esperanza de mañana no despertar.
Si no sufrir por saber que he despertado y que el mundo seguirá derrumbandosé sobre mí.
Muchos desearían poder vivir el tiempo que estoy viviendo.
Con mucho gusto y placer les cambiaría mi vida por la de ellos.
Porque cada día, hora, minuto o segundo, no es un regalo. Si no una maldición.
No es una contradicción ante la opinión de lo que muchos dicen.
Todo esto está ocurriendo porque a llegado lo que nunca me imaginé.
Ahora camino por las calles con la compañía de la soledad, la tristeza, la amargura, el dolor, el sufrimiento, sin faltar el sentimiento de culpa, etc...
Porque aquello a llegado y se titula mi destrucción.