Cuantas veces a Dios le pedí,
que fueras real,
y estuvieras aquí,
junto a mi.
No sabes la falta
que me haces.
Pienso y pienso,
en como he logrado vivir
hasta este momento sin ti,
y pienso en cómo
puedo seguir vivo
sin tu precensia.
Sin esa forma de ser
tuya que me hace sentir
una gran tranquilidad.
Y ahora que no existes,
tengo que aprender a
vivir sin ti.