Capítulo 7

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Advertencia: suicidio.

Su mamá y él se llevaban bien. Si saber mantener la boca cerrada el 90% del tiempo a su alrededor, a menos que fuera para hablar sólo de las cosas que ella quería y jamás mencionar cosas que ella no entendería se definía por llevarse bien al menos. Ella no había sido el tipo de negarlo abiertamente como había hecho el padre de Adrián cuando él se presentó como lo que era, ni tampoco de tratarlo en el sentido más puramente práctico como la mamá de Nacho, mucho menos la aceptación cálida y educada de los padres de Vale. Su reacción cuando él le dijo cómo prefería que lo llamara fue decirle acerca de todo el tiempo que le había tomado decidir su nombre verdadero y lo bonito que era, a pesar de que ya le había dicho antes que la única razón por a que se lo había puesto era porque una vecina suya tenía una gata llamada así y se le quedó el gusto en el cerebro desde entonces.

Cuando Alex pidió que le comprara un binder le dijo que era para tratar de hacer cosplay de personajes masculinos en convenciones, y de eso sólo logró convencerla cuando le dijo que había concursos que daban hasta premio por los mejores cosplay, porque la primera vez que lo intentó ella sólo dijo «pero tienes una figurita linda, ¿por qué quieres arruinarla así?». Cuando por fin se decidió a salir con todas las letras del armario, la semana antes de que decidiera mudarse con el dinero que había estado ahorrando, ella le miró de arriba abajo con una mirada perpleja y se encogió de hombros sin decir una palabra más. Sin preguntas, sin curiosidad pero tampoco sin obvio rechazo. Sólo un silencio incómodo que él ingenuamente creyó se trataba de resignación a la nueva realidad de los hechos, y no presionó más al respecto. Desde entonces su mamá a veces utilizaba los pronombres apropiados y eso nada más después de que la hubiera corregido, y eso sólo cuando estuvieran en casa hablando entre ellos. En frente de otras personas ella giraba los ojos y cambiaba el tema, sin reconocer la corrección. A él le constaba que mamá nunca había hecho el intento de educarse por su cuenta y esa misma actitud de parecer no necesitarlo le hacía sentir que no valdría la pena tampoco intentarlo él. Le daría toda una lección básica acerca de lo que sucedía, lo mucho que necesitaba ese reconocimiento y su única recompensa sería tal vez un asentimiento antes de preguntarle, usando su nombre falso, qué quería para cenar.

Su absoluta indiferencia respecto a su propia identidad podía haber sido más segura que otras alternativas, él era consciente de ello. Había escuchado toda clase de historias de horror en el internet acerca de lo que le pasaba a mucha gente como él: padres que echaban a sus hijos a la calle sin darles una oportunidad; madres que sacaban a sus hijos del colegio para tratar de educarlos en la casa mientras iban a sesiones de terapia con pastores hablando de la biblia y cómo debía aceptar a dios en su corazón; padres que daban palizas por encontrar a sus hijos usando la ropa incorrecta, el accesorio equivocado, por ser demasiado no el hijo que creían habían tenido; invasión de la privacidad para asegurarse de que no volvieran a salirse de la línea; diciéndoles a sus propios hijos a la cara que eran demasiado feos y que jamás podrían ser tomados en serio, que siempre se verían como una parodia de algo más. Todo eso lo sabía incluso antes de conocer a sus amigos. Así que considerando todo el asunto, podía admitir que él tenía una situación relativamente más cómoda: mamá no dejó de alimentarlo, no dejó de pagar por su educación ni le forzó a tirar su binder incluso cuando estaba claro que lo usaba para más ocasiones que cosplay, sólo dejando escapar la usual queja «pareces un chico así», sin importar cuánto dijera que ese era el punto.

Pero sólo porque no fuera tan horrible como podría ser, él no quería seguir en esa situación y sentirse como un niño estorboso cada que tratara de defenderse a sí mismo. Mamá no quería aprender, así que no lo haría, y él podía vivir con ese hecho, pero no bajo el mismo techo. Fue ahí que su tía apareció como un ángel de la guarda cuando le habló acerca de su deseo de independizarse, sin entrar en muchos detalles. Ella permitió vivir con él por un tiempo y luego le ayudó a pagar una porción de la renta de su propio lugar cuando pudo reunir el suficiente dinero. La idea era que una vez asentado ahí podría empezar la parte más dura de su transición física para entonces empezar a estudiar la carrera de Psicología, tal como ya había decidido en la secundaria. Además, con las dosis hormonales que ya había podido conseguir como un adulto legal por su cuenta, su cuerpo ya estaba evidenciando algunos cambios y no estaba seguro cuánto podría pasar hasta que mamá los notara para decir algo sobre que era «más linda» antes o qué hacía arruinando la misma cara que había tenido su abuela.

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⏰ Última actualización: Apr 21, 2021 ⏰

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