13. Cumpleaños.

31 5 16
                                    

Kuroo camina nervioso, mirando el reloj cada cinco segundos y deseando que termine ya el turno de Akaashi. Hace más de media hora que ha salido de la cafetería, incapaz de escuchar de nuevo a Jun hablar de lo guapo, inteligente, sexy y mil adjetivos más dirigidos específicamente para Kei. No está celoso, al menos no demasiado, sabe que el compañero de trabajo de Keiji no tiene ninguna oportunidad con el rubio, al menos no de momento. Pero si sigue escuchando lo guapo que es va a terminar diciendo algo que no debe y no quiere que Kei vuelva a enfadarse con él por ser un bocazas. El sonido de la puerta le saca de sus pensamientos y Keiji pronto se hace presente frente a él, con un par de bolsas blancas que supone será la comida.

- He cogido una de fresa y otra de chocolate, y he traído galletas de mi madre.

- ¡Menos mal! Pensaba que iba a morir antes de volver a probarlas.- Bromea Kuroo y, aunque la última vez que comió, justo después de salir del hospital, prometió que la próxima vez se controlaría, ya no lo tiene tan claro.

Caminan uno junto al otro mientras terminan de planificar todo, necesitan que salga bien, se lo merecen. El coche de Kuroo no está muy lejos y cuando Keiji abre el maletero para dejar las tartas se sorprende al ver su propia bolsa de deporte allí. Kuroo le explica que, para no perder tiempo, pidió a Jun que la cogiera de su habitación.

- Sabía que la ibas a tener preparada y lo intenté con Shiro pero me dijo que no iba a entrar a tu habitación si no estabas allí. Espero que no te haya molestado.

Así que por eso estaba Jun comportándose de manera tan extraña esta tarde, piensa Keiji, mientras niega con la cabeza y se acomoda en el asiento del copiloto. No había dicho nada del viaje a sus compañeros de piso. En principio pensaba avisar a Jun hoy, una vez le hubieran dado el fin de semana de descanso, pero ahora entiende los comentarios que ha ido soltándole su amigo a lo largo de la jornada. Casi siente pena porque Shiro tenga que pasar estos días a solas con él, aunque si es sincero, lo que más miedo le da es el estado en el que puede quedar su casa al no estar él durante un fin de semana.

Kuroo vuelve a mirar el reloj antes de arrancar, no van mal de tiempo y reza a los dioses para que los otros dos no hayan salido todavía de sus respectivas clases. Kei no le ha mandado ningún mensaje todavía y ha empezado a ser habitual, desde que empezó la universidad, que reciba un aviso de que va a casa, y Bokuto tampoco ha dado señales de vida a Akaashi, lo que indica que las cosas van según lo planeado. Eso parece tranquilizar un poco a ambos, que se sonríen mientras piensan en cómo van a aguantar todas las preguntas sin soltar la verdad en cuanto el coche se llene.

                                                                        ***

Menos de cinco minutos es lo que han tardado en empezar a elucubrar hacia dónde se dirigen. Menos de cinco minutos. No les ha bastado con saber que iban a cenar fuera, no cuando Bokuto, demasiado suspicaz, ha descubierto que la lista de reproducción del coche es la que siempre utiliza Kuroo en los viajes largos. Es música que le motiva y así consigue no dormirse. Maldito Bokuto, maldita la hora en la que le confesó eso, maldito por ser su mejor amigo y conocerle tan bien. Kei ha seguido insistiendo, pinchando, intentando sonsacarle a alguno de los dos a dónde narices iban y al no recibir respuesta ha hecho lo que ambos imaginaban, arrastrar a Bokuto a descubrirlo con él.

Keiji piensa que no conoce a nadie a quien le gusten las sorpresas menos que a Kei, y que tampoco es que le haga mucha gracia la playa, no le gusta sentir el sol durante tanto rato, ni el agua de mar, ni la forma en que la arena se le pega al cuerpo, no le gusta sudar por sudar, cuando le conoció tampoco le gustaba mucho sudar, ni siquiera en los partidos más importantes, aunque eso ya hace tiempo que cambió. Y, sobre todo, no le gusta el mar por los bichos. Es todo lo contrario a Bokuto, piensa Kuroo, Bokuto adora el mar, podría pasarse el día entero jugando a volley playa, parar para darse un baño refrescante y volver a sentir el sol en sus hombros, podría vivir con la sensación de la arena entre los dedos de los pies, pisando y hundiéndose un poco con cada paso, nunca demasiado, siempre controlándolo. Le gusta entrenar en la playa, le gusta correr por la arena y le encanta el olor a mar, sobre todo cuando hay poca gente, sobre todo ese momento de ver el atardecer, junto a sus amigos, o solo, da igual, simplemente formar parte de eso. A Bokuto el mar le hace sentir vivo y le recarga de energía.

Dancing in the Moonlight. (Bokuaka, Tsukkikuro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora