Un idiota cincelado
En el desayuno, mientras le contaba el encuentro con el sueño asiático, casi se atraganta con la manzana que comía.
—A mí me tocó compartir la clase con puro plebeyo.
Estaba dramatizando. Aquí no puedes compartir ‹‹clases con puro plebeyo››, porque no existe tal cosa en el campus. Al menos que nosotras entremos en esa categoría; yo como hija de una arquitecta y ella como hija de empresarios. Mientras el resto vienen de familias de políticos, deportistas, artistas, e incluso se dice que hay chicos de la realeza. Pero claro, para Ali, no estar en la misma aula que uno del Coro, es toda una desgracia.
***
Aula 117. Introducción a la psicología II, con el Sr. Patterson. Estar en su clase en todo un logro para nosotras que somos novatas. Cuando nos proponemos algo lo conseguimos, siempre ha sido así; en ocasiones hasta hemos competidos entre nosotras, por simple diversión. De hecho, hemos conseguido estar en tantas clases avanzadas que seguro llamaremos la atención de nuestros compañeros: los de recién ingreso no logran entrar en más de dos. Y aquí estamos nosotras, en una de las más difíciles.
Por eso, a diferencia de la clase del Sr. Richards, esta no está tan concurrida. Hay muchos asientos disponibles.
Mientras observo los cuadros colgados en lo alto de las paredes, Alanna decide que es buena idea estrangularme el brazo izquierdo. Enfoco mi atención en ella, con las cejas casi uniéndose.
—¿Me explicas?—inquiero, viendo de su rostro a la mano apretando mi brazo. Ni cuenta se da, porque tiene la vista clavada en la puerta del aula, siguiendo a...
Ah. Claro.
El Coro. De nuevo.
Y yo que creí que uno sería cuota suficiente para el día. Es increíble cómo actúa el universo: cuando deseas no toparte con ciertas personas para evitar problemas ¡ZAS! Ahí están, en todas partes; un juego perverso del destino.
‹‹El espectro y el guerrero romano››.
Un vistazo a lo largo de las filas y compruebo que todos han volteado a verlos, sin una pizca de decencia. ¿Está permitido observar a alguien con esa clara falta de educación? Muevo la cabeza de un lado a otro, negando. Parece que nunca hubiesen visto a alguien guapo, aunque... estos chicos están fuera de cualquier etiqueta, eso no puedo negarlo. Y justo eso es lo más extraño; ¿no lo ve?
Al guerrero romano parece no molestarle la atención; le sonríe a todos como diciendo: de nada, no tienen que agradecer mi presencia, solo disfruten. ‹‹Qué arrogante››. Pero claro, a los demás no les importa si es arrogante, es evidente en el brillo de anhelo que ilumina sus miradas mientras siguen su andar, como fans adorando a su ídolo desde la distancia.
Por otro lado, el espectro... está tan aburrido como la primera vez que lo vi. Una idea parpadea en mi mente. Vuelvo la vista a Alanna, quien sigue reteniendo mi brazo.
—Alanna, suéltame, harás que pierda la movilidad del brazo.
Deja ir mi brazo y éste lo agradece. Lo froto, para hacer circular la sangre nuevamente.
—Lo siento...—parpadea, como si estuviera quitando un velo de los ojos. Cuando me mira, puedo ver el mismo brillo del resto en estos. Alanna siempre se ha perdido en la belleza—¿Los viste?—incluso su voz sigue en la ensoñación.
—Imposible no hacerlo con semejante espectáculo—replico, dejando salir el sarcasmo—. No me los quiero imaginar si Zayn entra por esa puerta uno de estos días—hago una mueca de decepción—. Creerías que en una universidad elitista todos se situarían en la punta de la pirámide, pero no, incluso aquí hay escalas.
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Empíreo. ✔.
FantasiaHa llegado el momento. Se están desvaneciendo. Ella cumplirá dieciocho años y todo comenzará. Pero primero debe conocerlos, ellos deben entrar en su vida como lo planeé. Todo debe ir según el plan. Ella se resiste; lo que no sabe es que nadie puede...