Más allá de la tormenta
En general soy alguien más paciente; sacarme de quicio requiere un esfuerzo extraordinario —excepto con ciertos chicos que han terminado en mi camino últimamente—. Y lo llevo al extremo cuando se trata de quienes amo, pero... ¡Ya no puedo más! Alanna va a volverme loca.
Ha pasado toda la mañana y lo que llevamos de tarde de aquí para allá, y de allá para acá. En cualquier momento deja caer la laptop o termina ella misma en el suelo del apartamento de tantas vueltas que ha dado.
Cualquiera diría que es ella quien se enfrentará al equipo visitante en el juego de Polo al que Nath nos invitó.
—Alanna Camille Fernández Claudel. Basta—mi tono es lo suficientemente calmado como para llamar su atención. Me mira con los ojos muy abiertos desde el pequeño sillón en el que acaba de sentarse, cuando cinco minutos antes lo había hecho en la isla de la cocina—. Redacto un ensayo acerca del trastorno de personalidad múltiple y me preocupa ver ciertas similitudes con lo que pasa en mi mente en estos momentos—mueve ligeramente las cejas, confundida. Suspiro al tiempo que entorno los ojos—. Una voz me dice que te encierre en tu habitación, otra que te mande fuera de una buena vez, y hay otra que se pregunta cuál es la razón por la que pules el suelo del apartamento.
La comprensión llega a sus ojos cristalinos, mientras un sutil rubor aparece en sus mejillas.
—No logro concentrarme—admite a media voz.
—Lo noté—suavizo la mirada. Molestarme por esta actitud de Ali no tiene sentido, ella siempre ha sido así y seguro siempre lo será: creando mega expectativas acerca de chicos atractivos—. ¿Por qué no vas a alistarte para el juego? Ya casi es la hora—veo la objeción en las líneas de su rostro— Ali, seguro no has terminado ni un trabajo hasta ahora. Ya no lo harás. Ve y cámbiate.
Resopla, pero la sonrisa la delata.
—A veces no te soporto.
—Lo sé—le doy una sonrisa completa.
—No tardes mucho—dice mientras se levanta y comienza a caminar a su habitación—, también debes cambiarte.
—¿Qué tiene de malo lo que llevo?—Oculto la broma detrás de una expresión de confusión.
Consigo lo esperado, que se gire y me dé una mirada de ¿es broma?
—Todo. No saldrás así—no hay cabida para la objeción en su voz. De hecho, no dice nada más. Vuelve a girar y reanuda los pasos.
Río por lo bajo. No tendría problema en salir con mi jersey de Cazadores de sombras, el short de jean desgatado y el cabello agarrado de cualquier forma. Pero a Ali le daría un infarto si hiciera algo así.
***
—¿Qué?—Pregunta Alanna al descubrirme mirándola por segunda vez.
Sonrío con inocencia.
—Es solo que me sigue asombrando cómo terminas encontrando vestuario para cada ocasión—confieso con la admiración colándose en las palabras.
Se ve hermosa, con el jean negro ajustado, camisa Tommy blanca que realza sus curvas; sobre ésta una chaqueta azul marino tipo americana y para complementar unas botas altas. Es como ver a un jinete con mucho estilo.
Yo opté por algo sencillo y cómodo, como siempre. Suéter cuello tortuga oscuro, overol de jean holgado, botas beige y una cola de caballo.
—Es una habilidad—responde con su sonrisa más deslumbrante. Se la devuelvo. Entrelaza su brazo derecho con mi brazo izquierdo y seguimos caminando hacia el campo de Polo, un poco más allá del edificio deportivo—. Del mismo que tú tienes una habilidad para verte irreal aunque no te esfuerces—revoleo los ojos por pura costumbre, lo que le causa gracia, como de costumbre.
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Empíreo. ✔.
FantasyHa llegado el momento. Se están desvaneciendo. Ella cumplirá dieciocho años y todo comenzará. Pero primero debe conocerlos, ellos deben entrar en su vida como lo planeé. Todo debe ir según el plan. Ella se resiste; lo que no sabe es que nadie puede...